Al presidir la Misa de acción de gracias por la beatificación del Papa Wojtyla, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, señaló esta mañana que el Beato Juan Pablo II defendió siempre la dignidad de todo ser humano porque fue un verdadero hombre de Dios.
En la Eucaristía celebrada a las 10:30 a.m. (hora local) en la Plaza de San Pedro ante cientos de miles de fieles, el Cardenal recordó que "el diálogo de amor entre Cristo y el ser humano caracterizó toda la vida de Karol Wojtyla"
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"Todos recordamos que el día del funeral hubo un momento en que el viento cerró las páginas del Evangelio colocado en el ataúd. Era como si el viento del Espíritu quisiera marcar el final de la aventura humana y espiritual de Karol Wojtyla, iluminada por el Evangelio de Cristo".
"Con este Libro, descubría el plan de Dios para la humanidad, para su persona, pero también aprendía cómo era Cristo, su rostro, su amor, que para Karol siempre fue una llamada a la responsabilidad".
Seguidamente el Cardenal destacó que Juan Pablo II "era un hombre de fe, un hombre de Dios. Su vida era una oración constante, que abrazaba con amor a todos los habitantes de nuestro planeta, creados a imagen y semejanza de Dios, y por eso dignos del mayor respeto; redimidos por la muerte y resurrección de Cristo, y por eso convertidos realmente en gloria viviente de Dios".
"Gracias a la fe, que se expresaba sobre todo en la oración, Juan Pablo II fue un verdadero defensor de la dignidad de todo ser humano y no un mero luchador por ideologías políticas y sociales".
"Pero su oración también era una constante intercesión por toda la familia humana, por la Iglesia, por cada comunidad de creyentes en toda la tierra. ¿No surgía de aquí, –de la oración, de la oración vinculada a tantos hechos dolorosos propios y ajenos –, su preocupación por la paz en el mundo, por la convivencia pacífica de los pueblos y las naciones?"
Hoy, continuó el Cardenal Bertone, "damos las gracias al Señor por habernos dado un Pastor como él. Un Pastor que sabía leer los signos de la presencia de Dios en la historia humana y anunciaba después sus grandes obras en todo el mundo, en todas las lenguas. Un Pastor que había arraigado dentro de sí el sentido de la misión, del compromiso de la evangelización, de anunciar la Palabra de Dios por doquier".
"Hoy damos gracias al Señor por habernos dado un Testigo como él, tan creíble, tan transparente, que nos ha enseñado cómo debemos vivir la fe y defender los valores cristianos, comenzando por la vida, sin complejos, sin miedo; cómo debemos testimoniar la fe con valentía y coherencia, testimoniando las Bienaventuranzas en la experiencia cotidiana".
El Secretario de Estado alentó luego a agradecer a Dios por "habernos dado un Papa que supo dar a la Iglesia Católica no sólo una proyección universal y una autoridad moral universal nunca antes conocidas, sino también, especialmente con la celebración del Gran Jubileo del 2000, una visión más espiritual, más bíblica, más centrada en la palabra de Dios".
"Un Iglesia que ha sabido renovarse, impulsar una ‘nueva evangelización’, intensificar los lazos ecuménicos e interreligiosos, y también encontrar las vías de un diálogo fructífero con las nuevas generaciones".
El Cardenal exhortó también a agradecer al Señor "por habernos dado un santo como él. Era un hombre verdadero, porque estaba inseparablemente unido a Aquel que es la Verdad. La suya era una santidad vivida, sobre todo en los últimos meses, en las últimas semanas, en plena fidelidad a la misión que se le había confiado, hasta la muerte".
"Sabía que su debilidad corporal mostraba aún más claramente el Cristo que obra en la historia. Y ofreciendo sus sufrimientos a Él y a su Iglesia dio a todos una última y gran lección de humanidad y de abandono en los brazos de Dios".
Finalmente el Secretario de Estado invitó a cantar "un himno de gloria al Señor por el don de este gran Papa: un hombre de fe y oración, pastor y testigo, guía en la transición entre dos milenios" y agradeció al Papa Benedicto XVI "el haber querido elevar a la gloria de los altares a su gran predecesor".
La Eucaristía fue animada por el Coro de la diócesis de Roma, con la participación del Coro Unido Polaco de Varsovia y la Orquesta Sinfónica de la Radio Polaca de Katowice.
La preparación comenzó a las 9:30 a.m. con la lectura de poemas del Beato Juan Pablo II, intercaladas con piezas interpretadas por la orquesta y el coro. Antes de la Santa Misa, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, dirigió unas palabras a los presentes.
En el momento del ofertorio seis personas presentaron al celebrante un sello realizado por la oficina de correos polaca y la oficina de correo vaticana, un bajorrelieve de la Asociación de la Misericordia y un retrato del Beato Juan Pablo II realizado por el Ayuntamiento de Zakopane.
El Vatican Information Service informó además que más de 250 000 fieles accedieron ayer a la Basílica Vaticana para rezar ante los restos del nuevo beato. La Basílica permaneció abierta hasta las 3:00 a.m. de esta madrugada y volvió a abrir al final de la misa de esta mañana.
A las 5:30 p.m. de hoy se reza el último Rosario ante el féretro de Juan Pablo II. Posteriormente se cerrará la basílica y esta noche, con una ceremonia privada, el féretro se colocará en la Capilla de San Sebastián, que se halla al lado de la imagen de la Piedad en la Basílica de San Pedro.