"Durante los cinco días que mi hijo permaneció hospitalizado, no solté el rosario que el Papa me había regalado", afirmó Claudia Lucía Sayago Mendoza, la madre que leyó a Juan Pablo II el mensaje de los jóvenes mexicanos durante su visita del 2002 y que recibió un rosario de manos del Santo Padre.
Claudia, entonces de 24 años, supo que ese día su vida había cambiado. Años después, el Papa que le había regalado un rosario se convertiría en un valioso intercesor ante Dios cuando la vida de su hijo recién nacido peligraba, debido a un sufrimiento fetal en el momento del parto.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Los médicos habían dicho unas palabras para referirse al estado de salud de mi pequeño: ‘El niño va contra corriente’. Pero aquello, lejos de desalentarme me recordó la grandeza del Papa, que invitaba a los jóvenes a vivir contra corriente y de la mano de Cristo", afirmó Claudia al Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).
En una entrevista difundida el viernes 29, la madre relató que su hijo fue bautizado de emergencia en el hospital con el nombre de Juan Pablo. Tres días después ya estaba el niño en casa, para sorpresa de todos y de los médicos, que hasta hoy consideran inexplicable que el pequeño no tenga ninguna secuela.
Generación Juan Pablo II
En otro momento de la entrevista, Claudia recordó que el día en que tuvo que acercarse a Juan Pablo II para leerle el mensaje de los jóvenes.
"Fue durante la Misa de canonización a San Juan Diego, justamente en el ofertorio. Me acerque a él y me incliné para extenderle la carta en la que le expresábamos todos los jóvenes el amor que sentíamos por él; el Papa la tomó y asintió con su cabeza, después me bendijo y me regaló un rosario que aún conservo", relató.
Parte del mensaje afirmaba que los jóvenes mexicanos se dirigían al Papa "para manifestarte nuestro cariño y admiración; agradecemos las muestras de amor y confianza que nos das… Durante todo este tiempo has sido ‘nuestro Papa’, estamos profundamente orgullosos de ello. En tu honor hemos querido identificarnos como La Generación Juan Pablo II".
Claudia dijo que bastaron unos pocos segundos para experimentar en la persona de Juan Pablo II el amor de Dios. "Al mirarme pude sentir su inmensa bondad, mi corazón palpitaba de felicidad y, al escuchar su voz, mi alma se llenó de gozo, quería abrazarlo y llorar de alegría, pero debía contenerme porque era un acto oficial", señaló.
"Yo estoy muy contenta de haberlo conocido y por haber estado cerca de él, de un santo que no me lo platicaron sino que lo vi", afirmó Claudia.