El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Trípoli (Libia), con el que la Iglesia Católica mantiene un estrecho vínculo de colaboración, pidió ante la oficina local de las Naciones Unidas "un alto el fuego inmediato e incondicional a todas las partes implicadas en el conflicto y la asistencia humanitaria a las víctimas".
En el mensaje enviado el 13 de abril por el Vicario Apostólico en Trípoli, Mons. Giovanni Innocenzo Martinelli, y citado por la agencia vaticana Fides, el CMI también señaló que solo "el diálogo y la reconciliación deben ser el camino para encontrar una solución amistosa y traer la paz".
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"La violencia y el derramamiento de sangre deben terminar de inmediato, porque la guerra no es la solución a los problemas" indicó el CMI, añadiendo que "como comunidad de creyentes estamos profundamente entristecidos por los trágicos acontecimientos ocurridos recientemente".
Estos eventos, continúa el comunicado, "están destruyendo el país con sufrimientos continuos, temores y angustias por su pueblo, y queremos expresar nuestra solidaridad con esta declaración".
Los cristianos en Libia expresaron su apoyo a "todas las organizaciones internacionales, que desean crear un clima de confianza para encontrar una solución pacífica".
"Vamos a seguir orando en solidaridad con todos los libios musulmanes que luchan por la paz y la justicia en este momento difícil de la historia del país", finalizaron.