El policía Márcio Alexandre Alvez, de 33 de años de edad, quien detuvo de un disparo en el abdomen al asesino que perpetró la masacre ocurrida ayer en una escuela de Río de Janeiro (Brasil) en la que murieron 12 personas – 10 de las cuales eran niños– señaló que "fue Dios quien nos puso allí" para evitar una tragedia mayor.
En declaraciones a la prensa local, Alvez, tercer sargento de la Policía Militar, indicó que "fue Dios quien nos puso allí. Tengan la certeza de que si no hubiésemos sido rápidos, ese atacante habría matado a muchos más jóvenes".
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Márcio Alexandre participaba ayer de una operación de rutina fiscalizando vehículos en la Av. Piraquara, cuando fue sorprendido por dos estudiantes ensangrentadas que le dijeron que habían sido heridas por un hombre (Oliveira) que estaba disparando en la escuela municipal Tasso da Silveira, a pocos metros de allí.
Márcio y otro policía ayudaron a las estudiantes y corrieron al colegio: "al aproximarme a la escuela oí disparos. Corrí, subí las escaleras y, cuando llegué al segundo piso, vi al asesino que me apuntó. Le disparé y creo que le di en el abdomen. Cayó y el solo se disparó en la cabeza", relató al diario O Estadão de Sao Paulo.
"Tengo sentimientos encontrados. Estoy triste, porque tengo hijos de la misma edad que esos niños asesinados, pero al mismo tiempo tengo la certeza del deber cumplido. Llegué en el instante en el que el asesino se preparaba para subir al tercer piso para matar a más niños en otros salones de clase".
La policía encontró en la bolsa de Wellington de Oliveira 66 balas que iba a usar contra otros alumnos de la escuela primaria.
En medio de las muchas muestras de agradecimiento de los padres y maestros de la escuela, Márcio Alexandre Alvez comentó finalmente que "no me siento un héroe. Hice lo que aprendí: proteger a la sociedad".