Un nutrido número de fieles y peregrinos llegados de distintas partes del mundo rezó este mediodía en la Plaza de San Pedro el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus tradicionales palabras introductorias señaló que Cristo es la luz del mundo que permite vencer el mal con el bien.
"El recorrido cuaresmal que estamos viviendo es un particular tiempo de gracia, durante el cual podemos experimentar el don de la bondad del Señor para con nosotros", dijo el Santo Padre.
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Así mismo hizo notar que este domingo, denominado "Laetare", la liturgia "nos invita a alegrarnos, a gozar, como proclama la antífona: 'Alégrate, Jerusalén, y todos los que la amáis reuniros. Exultad y alegraos, vosotros que estabais tristes: saciaos de la abundancia de vuestra consolación'".
El Pontífice hizo una reflexión sobre la naturaleza de esta profunda alegría, sobre su razón de ser: "La respuesta nos la da el Evangelio de hoy. La pregunta que el Señor dirige a quien había estado ciego constituye el culmen de la narración: 'Crees en el Hijo del hombre?' Aquel hombre reconoce el signo obrado por Jesús y pasa de la luz de los ojos a la luz de la fe: 'Creo, Señor'".
"Debe evidenciarse -prosiguió- cómo una persona simple y sincera, gradualmente, realiza un camino de fe: en un primer momento encuentra a Jesús como a un 'hombre' entre los demás, luego lo considera un 'profeta', finalmente sus ojos se abren y lo proclama cual 'Señor'".
El Papa también hizo ver la actitud contraria a la del hombre ciego, la actitud de "endurecimiento del corazón de los fariseos que no quieren aceptar el milagro, porque se niegan a acoger a Jesús como Mesías. La muchedumbre, en cambio, se detiene a discutir sobre lo sucedido y se mantiene distante e indiferente. Los mismos padres del ciego son vencidos por el miedo ante el juicio de los demás".
"¿Qué actitud asumimos nosotros frente a Jesús? También nosotros a causa del pecado de Adán hemos nacido 'ciegos', pero en la fuente bautismal hemos sido iluminados por la gracia de Cristo", continuó. "El pecado había herido a la humanidad destinándola a la oscuridad de la muerte pero en Cristo resplandece la novedad de la vida y la meta a la cual somos llamados".
Benedicto XVI definió la vida cristiana como una "continua conformación a Cristo, imagen del hombre nuevo, para llegar a la plena comunión con Dios. El Señor Jesús es 'la luz del mundo' porque en Él brilla el conocimiento de la gloria de Dios que continua revelando en la compleja trama de la historia el sentido de la existencia humana".
"En estos días -finalizó- en que nos preparamos para la Pascua, revivamos en nosotros el don recibido en el Bautismo, aquella flama que a veces corre el riesgo de ser sofocada. Alimentémosla con la oración y la caridad hacia el prójimo".
En su saludo en español el Papa dijo que "la liturgia de este día nos recuerda que Jesucristo es la Luz del mundo. De su mano podemos afrontar la vida y vencer todo lo que oscurece la conciencia y nos impide distinguir el bien del mal".
(Actualizdo a las 07:43 a.m. GMT-5)