En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en el marco del Encuentro de Obispos Responsables de la Pastoral Familiar y de la Vida de América Latina y el Caribe, el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Cardenal Ennio Antonelli, señaló que la Iglesia Católica acoge siempre a los divorciados vueltos a casar "con verdad y misericordia".
En el segundo día del encuentro que se realiza hasta el 1 de abril, el Purpurado recordó que, con estos principios, "los divorciados que se han unido de nuevo no pueden ser admitidos a la Eucaristía y a la absolución sacramental, mientras dura su estado de objetiva contradicción con las exigencias del matrimonio cristiano; pero se les ha de ayudar a encontrar la misericordia de Dios ‘por otros caminos’".
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La Iglesia, dijo, los acompaña y los anima a la esperanza animándolos a "permanecer humildes, a rezar para conocer y seguir cada vez mejor la voluntad de Dios, a comprometerse cuanto antes en el bien que ya son capaces de hacer, a reflexionar para comprender el significado de las normas morales, a confiar siempre en la misericordia infinita de Dios".
El Cardenal Antonelli se refirió luego a una serie de desafíos que deben afrontar las familias como la secularización y la revolución sexual, que deben ser enfrentados con un compromiso cada vez más decidido y grande por vivir la santidad personal.
Esta santidad, continuó, hará que los cristianos sean más "misericordiosos con los cristianos incoherentes, con los indiferentes, con quienes combaten la Iglesia, con quienes destruyen o no construyen auténticos vínculos familiares, con los promotores de ideologías y legislaciones contrarias a la familia y la vida, con los violentos, con quienes se aprovechan de los pobres".
"Obviamente, la misericordia es inseparable de la verdad. Se trata de desear y querer efectivamente su bien. Dios nos ha mandado, como ha mandado a Jesús, no para ‘condenar el mundo, sino para que el mundo se salve’", agregó.
"Por lo demás, sólo Dios conoce los corazones y sabe en qué medida una persona está abierta o es refractaria a Cristo Salvador. Por nuestra parte debemos estar dispuestos al diálogo y a la acogida de todos, incluso en modo apropiado y por tanto diversificado, para que todos se sientan amados por la Iglesia y, a través, de ella, por Dios".
La Iglesia, dijo el Presidente del Pontificio Consejo, "constituida para ser signo eficaz de salvación, sólo debe dar su cooperación a Cristo, único Salvador; cooperación con la oración, el sacrificio, el testimonio, el anuncio del Evangelio, la animación cristiana de las realidades terrenas. Sirviéndose de su cooperación, el Señor atrae a los hombres hacia Él por los caminos misteriosos e innumerables de la gracia".
Finalmente el Cardenal Antonelli dijo a los obispos que "a nosotros, como pastores, nos corresponde dirigir la pastoral para despertar muchas energías, más o menos latentes, que existen en el cuerpo de la Iglesia. Lo que más nos debe preocupar, como decía León XIII, no es la fuerza de los malvados, sino la inercia de los buenos".