El P. Juan Carlos Mari pidió al presidente de Ecuador, Rafael Correa, dar marcha atrás a la "campaña de planificación familiar" que repartirá gratuitamente preservativos y píldoras anticonceptivas, porque llevará al país a la anarquía y pobreza moral, "que es la peor de las enfermedades sociales".
En una carta abierta que llegó a ACI Prensa el 25 de marzo, el sacerdote pidió invertir los ocho millones de dólares "en educación en valores, en una correcta valoración de la sexualidad, en la educación y la valoración necesaria de la continencia y castidad entre los jóvenes; en la promoción del respeto de uno mismo y de los demás", porque son medios más eficaces para prevenir el embarazo adolescente.
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El P. Mari señaló que los países del primer mundo que aplicaron los métodos anticonceptivos, se han dado cuenta que esas campañas solo llevan al fracaso, y que es el mismo camino que seguirá Ecuador si se imponen estas políticas.
"Si quita todas las medidas que en el fondo sirven de restricción para que cada quien no haga lo que le dé la gana, lo único que creará es una sociedad sin escrúpulos, sin conciencia, que ya no distinga entre el bien o el mal; o peor aún, que al mal lo llame bien y al bien mal; será una sociedad que navega entre la perversión y la animalidad de los instintos más bajos", advirtió.
Señaló que además se "abrirá la puerta al monstruo diabólico del aborto legal, que será el siguiente paso necesario, aunque no se lo quiera reconocer. "Una vez que suceda eso, será el inicio del fin de nuestra sociedad ecuatoriana como la conocemos. Pues un gobierno y una sociedad que ‘legaliza’ la matanza de inocentes, está profundamente corrompida, y se dirige hacia su destrucción".
El sacerdote afirmó que se enorgullece de su identidad católica y "daría mi vida gustosamente por Cristo, mi Señor y la Santa Iglesia Católica", y por ello alza su voz "ante estos funestos actos que destruirán para siempre vidas humanas".
El P. Mari dijo a Correa que respeta su labor social, pero le expresó su deseo de que cuando su mandato llegue a su fin, "no se sienta culpable de haber abierto las puertas de par en par a la perversión de la juventud. Porque a esas alturas lastimosamente no lo podrá remediar".
"Yo invertiré mi tiempo en la educación de los adolescentes y los jóvenes orientándolos debidamente al verdadero amor, cuidando el futuro de mi país, en una palabra ‘venciendo al mal con el bien’ como dice San Pablo. Que Dios en su infinito amor, así me lo permita", finalizó.