El Arzobispado de Lima dio a conocer un comunicado en el que precisó al candidato presidencial Alejandro Toledo que "hasta el día de hoy no se conoce quiénes fueron los responsables" de las cartas falsas que calumniaban al Cardenal Juan Luis Cipriani y al entonces Nuncio en Perú, Mons. Rino Passigato, y que fueron llevadas al Vaticano en el año 2001.
El comunicado del Arzobispado refiere que en una reciente entrevista, Toledo, candidato presidencial del partido Perú Posible, manifestó que en la reunión entre él y el Cardenal Cipriani el pasado 19 de marzo "se habían clarificado malos entendidos y limado asperezas".
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Sin embargo, prosigue el texto, "al responder a una pregunta del periodista acerca del tema de las llamadas ‘cartas falsas’ (Toledo) hizo unos comentarios poco prudentes y la afirmación: ‘no tuvimos nada que ver’".
Por ello, precisa el comunicado del Arzobispado con fecha 25 de marzo, "es muy importante recordar que fue el Ministro de Justicia de su Gobierno", Fernando Olivera, "el portador de estas ‘cartas falsas’ al Vaticano y que, hasta el día de hoy, no se conoce quiénes fueron los responsables de las mismas".
Las tres cartas falsas o apócrifas como se llamaron a las misivas llevadas al Vaticano por Olivera en el año 2001 dieron origen a una investigación que concluyó en el año 2005.
La nota del Arzobispado de Lima de este 25 de marzo indica finalmente que la reunión entre el Cardenal Cipriani y Toledo fue "extensa, con una conversación franca y directa, en la que se trataron, como es lógico, muchos temas que, como es habitual, se mantuvieron dentro del clima de confianza que motivó este cordial encuentro".
En uno de sus programas radiales sabatinos del año 2005, el Cardenal Juan Luis Cipriani, dijo sobre los responsables en este caso que "están perdonados, pero la parte legal quedó en nada como tantas cosas en este país".
"Ese atentado contra dos persona dignas de la Iglesia, el Cardenal y el Nuncio Apostólico, se consiguió en la mazamorra de la mentira dejarlo en la nada", añadió y expresó su satisfacción de que con el tiempo la sociedad "haya reconocido el atropello" del que fue víctima junto al entonces Nuncio.