El Prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, Cardenal Mauro Piacenza, señaló que el celibato sacerdotal le "grita" al mundo secularizado que Dios siempre está presente.
En un artículo publicado en la edición del 23 de marzo de L’Osservatore Romano, el Cardenal recuerda que "el celibato es un don del Señor que el sacerdote está llamado libremente a acoger y a vivir con plenitud".
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Luego de recordar que esta enseñanza es un tema fundamental de los Papas, el Cardenal advierte que "solo una incorrecta hermenéutica de los textos del (Concilio) Vaticano II podría conducir a ver en el celibato un residuo del pasado del cual liberarse".
"Tal posición –prosigue– además de ser errada histórica, teológica y doctrinalmente, es también dañina para los aspectos espiritual, pastoral, misionero y vocacional", añade.
Seguidamente el Cardenal Piacenza resalta la necesidad de formar doctrinalmente a quienes van a vivir el celibato sacerdotal porque "no se puede vivir lo que no se comprende a través de la razón" y subrayó que "el celibato es un asunto de radicalidad evangélica".
"Pobreza, castidad y obediencia no son consejos reservados de modo exclusivo a los religiosos. Son virtudes que deben vivirse con intensa pasión misionera. No podemos bajar el nivel de la formación y, de hecho de la propuesta de la fe".
El Prefecto reconoce luego "en un mundo secularizado es siempre más difícil comprender las razones del celibato. Sin embargo debemos tener el coraje, como Iglesia, de preguntarnos si queremos resignarnos ante tal situación, aceptando como ineludible la progresiva secularización de las sociedades y las culturas, o si estamos listos para una obra de profunda y real nueva evangelización, al servicio del Evangelio y, por ello, de la verdad sobre el hombre".
"Considero, en tal sentido, que el motivado apoyo al celibato y a su adecuada valoración en la Iglesia y el mundo puedan representar algunas de las maneras más eficaces para superar la secularización".
Finalmente el Cardenal Piacenza escribe que "no debemos dejarnos condicionar o intimidar por quien no comprende el celibato y quisiera modificar la disciplina eclesiástica, al contrario, debemos recuperar la motivada conciencia de que nuestro celibato desafía la mentalidad del mundo, poniendo en crisis su secularismo y su agnosticismo, y gritando, en los siglos, que Dios está presente".