En la catequesis de la Audiencia General de hoy, el Papa Benedicto XVI habló sobre San Lorenzo de Brindisi, Doctor de la Iglesia, quien con su ejemplo muestra que los cristianos deben ser artífices de paz y apóstoles bien preparados y valientes que hagan brillar el Evangelio ante el relativismo ético y la indiferencia religiosa del mundo.
Giulio Cesare Rossi –el nombre en el siglo de San Lorenzo– nació en 1559. A los siete años perdió a su padre y su madre lo confió al cuidado de los frailes conventuales. Años después entra en la Orden de los Capuchinos y es ordenado sacerdote en 1582.
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Adquirió un gran conocimiento de las lenguas antiguas y modernas, gracias a lo cual "desarrolló un intenso apostolado entre diversos tipos de personas", explicó el Papa. Fue además un predicador eficaz y conocía muy bien no solo la Biblia, sino la literatura rabínica, "hasta el punto de que los mismos rabinos le demostraban estima y respeto".
Como teólogo experto de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia, Lorenzo de Brindisi ilustró de forma ejemplar la doctrina católica también a los cristianos que, sobre todo en Alemania, se habían adherido a la Reforma protestante.
"Enseñaba de forma clara y tranquila el fundamento bíblico y patrístico de todos los artículos de fe puestos en entredicho por Martin Lutero. Entre ellos, el primado de San Pedro y sus sucesores, el origen divino del episcopado, la justificación como transformación interior del ser humano, la necesidad de las obras buenas para la salvación".
"El éxito alcanzado por Lorenzo –dijo el Papa– nos ayuda a entender que también hoy en el diálogo ecuménico, llevado cabo con tantas esperanzas, la confrontación con las Sagradas Escrituras leídas en la Tradición de la Iglesia constituyen un elemento irrenunciable y de importancia fundamental".
Incluso los fieles más sencillos, que no poseían una gran cultura se beneficiaron de la predicación de Lorenzo que llamaba a todos a la coherencia de la vida con la fe profesada. "Este fue uno de los grandes méritos de los Capuchinos y de otras órdenes religiosas que en los siglos XVI y XVII contribuyeron a la renovación de la vida cristiana en la sociedad".
"También en nuestros días la nueva evangelización necesita apóstoles bien preparados y valientes para que la luz y la belleza del Evangelio prevalezcan sobre las orientaciones culturales del relativismo ético y de la indiferencia religiosa y transformen las diversas formas de pensar y actuar en un auténtico humanismo cristiano".
Profesor de teología, maestro de novicios, ministro provincial y ministro general de la Orden Capuchina, Lorenzo, en medio de tantos trabajos cultivaba, además "una vida espiritual de fervor excepcional", recordó el Papa.
"Todo presbítero puede evitar el peligro del activismo, es decir, de actuar olvidando los motivos principales del ministerio, solo si presta atención a su propia vida espiritual".
El Santo Padre ilustró a continuación otro aspecto característico de la obra del santo: su acción por la paz: "los Sumos Pontífices como los príncipes católicos le confiaron importantes misiones diplomáticas para dirimir controversias y favorecer la concordia entre los estados europeos amenazados en aquella época por el imperio otomano. La autoridad moral de que gozaba lo convertía en consejero buscado y escuchado".
"Hoy, como en la época de San Lorenzo, el mundo necesita paz, necesita hombres y mujeres pacíficos y pacificadores. Todos los que creen en Dios deben ser siempre fuente y artífices de paz".
Lorenzo de Brindisi falleció en 1619, fue canonizado en 1881 y nombrado Doctor Apostólico en 1959 por el Beato Papa Juan XXIII en reconocimiento a sus numerosos escritos de exégesis bíblica y mariología. En sus obras evidencia también la acción del Espíritu Santo en la existencia de los creyentes.
Finalmente el Papa señaló que "San Lorenzo de Brindisi nos enseña a amar la Sagrada Escritura, a crecer en la familiaridad con ella, a cultivar diariamente la relación de amistad con el Señor en la oración para que cualquier acción y actividad nuestras tengan en él su inicio y su cumplimiento".
En su saludo en español Benedicto XVI se dirigió a los fieles provenientes de España, Ecuador, Perú, Argentina, México y otros países latinoamericanos.
"Os invito –exhortó– a que, siguiendo el ejemplo de San Lorenzo de Brindis, escuchéis y acojáis la Palabra de Dios, para que os dejéis transformar interiormente y, así, cada una de vuestras acciones tenga al Señor como su inicio y tienda a él como a su fin. Muchas gracias".