El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, señaló ayer por la tarde que el fallo de la Corte Europea de Derechos Humanos, a favor de los crucifijos en las aulas de las escuelas, es una "sentencia histórica" que respeta las bases de la civilización europea y la libertad religiosa.
En su declaración sobre el fallo del viernes 18 de marzo de la Corte Europea que resolvió que el crucifijo en las aulas de las escuelas públicas de Italia no viola el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones, el vocero vaticano dijo que la sentencia de este tribunal "se ha recibido con satisfacción por parte de la Santa Sede".
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"Se trata de una sentencia histórica, como demuestra el resultado al que ha llegado la Gran Sala al final de un examen profundo sobre la cuestión", añadió.
"De hecho, ha rebatido desde todos los puntos de vista una sentencia de primera instancia, adoptada por unanimidad por una Cámara del Tribunal, que suscitó no sólo el recurso del Estado Italiano, sino también el apoyo de numerosos Estados europeos, como nunca antes había sucedido, y la adhesión de muchas organizaciones no gubernamentales, expresión de un amplio sentimiento de la población".
Con este fallo, continuó, se reconoce que "la cultura de los derechos del hombre no debe ponerse en contraposición con los fundamentos religiosos de la civilización europea, a los que el cristianismo ha dado una contribución esencial".
Asimismo, la resolución reconoce que "es un deber garantizar a cada país un margen de aprecio del valor de los símbolos religiosos en la propia historia cultural y en la identidad nacional y del lugar de su exposición (como ha sido confirmado en estos días también por sentencias de tribunales supremos de algunos países europeos)".
"En caso contrario, en nombre de la libertad religiosa, se tendería paradójicamente a limitar o incluso a negar esta libertad para excluir de la vida pública toda manifestación. De este modo, se violaría la misma libertad, obscureciendo las identidades específicas y legítimas".
Con esos argumentos, dijo luego el sacerdote jesuita, el tribunal dejó claramente establecido que "la exposición del crucifijo no es adoctrinamiento, sino expresión de la identidad cultural y religiosa de los países de tradición cristiana".
"La nueva sentencia de la Gran Sala es bien acogida también porque contribuye eficazmente a restablecer la confianza en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por parte de una gran parte de europeos, convencidos y conscientes del papel determinante de los valores cristianos en su propia historia, pero también en la edificación de la unidad europea y en su cultura de derecho y de libertad", concluyó.