El P. José Conrado Rodríguez Alegre, párroco de la iglesia Santa Teresita del Niño Jesús, en Santiago de Cuba, afirmó que se debe buscar una solución pacífica a los problemas de la Isla y señaló que como sacerdote tiene dos parroquias, una dentro de Cuba "y una grande, que es el exilio".
"Siento que Dios me pide estar al lado de mi pueblo y que mi lugar está en Cuba. Pase lo que pase, allí. No sé qué va a pasar conmigo, pero allí me quedaré", afirmó el sacerdote al sitio web CaféFuerte.com, de Miami (Estados Unidos), al tiempo que señaló que tiene un compromiso con los exiliados cubanos, a los que visita pastoralmente en el país norteamericano durante sus vacaciones.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Para mí una de la cosas que la Iglesia Católica tendría que hacer ya es establecer puentes, propiciar que el exilio se sienta parte de la Iglesia, que esos vínculos se renueven a un nivel profundo, sobre todo el exilio católico con relación a la Iglesia Católica".
Sin embargo, relató que permanece en la Isla para cuidar a su madre de 85 años, que "se quedó en Cuba por mí", y por "las miles de razones eclesiales, patrióticas, éticas, que a mí me exigen quedarme al lado de mi pueblo cuando mi pueblo sufre. Y no lo voy a abandonar. El pastor no abandona a las ovejas".
En la entrevista difundida el 14 de marzo, el P. Rodríguez Alegre alentó la solución pacífica a los problemas del país porque "no creo que nadie sensato, nadie medianamente cordial, pueda querer una salida violenta en Cuba. En todos los sentidos es un fracaso del espíritu y del corazón de la nación y sería de consecuencias terribles".
"Pero al mismo tiempo yo digo que hay muchas formas de matar y de morir, y de prolongar irrestrictamente una situación que tiene como consecuencia la muerte del espíritu humano, la muerte de los valores del ser humano, eso también es una guerra terrible".
Sin embargo, dijo que es un "hombre que cree en Dios y sé que Dios nunca pone a sus hijos en una situación que no tenga salida. Hay una salida, pero hay que poner todos los medios en función de encontrarla".
El sacerdote indicó que en la liberación de los presos políticos tienen un papel importante la Iglesia y "la constancia y la valentía" de las Damas de Blanco, así como todos los familiares de los prisioneros. Dijo que la muerte de Orlando Zapata Tamayo y la huelga de Guillermo Fariñas tuvieron un enorme impacto internacional.
"Se creó una situación en la que realmente el gobierno estaba contra la pared y la salida fue iniciar esta negociación que el Cardenal Jaime Ortega propició con su carta al jefe de Estado, porque fue él quien escribió a Raúl Castro diciéndole ‘Esto hay que resolverlo, aquí hay un problema muy serio y hay que buscarle salida’".
Aunque consideró que la deportación de los presos no es la mejor solución, el P. Rodríguez Alegre recordó las condiciones inhumanas de las cárceles cubanas y el "verdadero calvario" que tuvieron que enfrentar los familiares.
"En Cuba lo que hay que cerrar es la fábrica de presos", expresó.
El sacerdote relató que en su parroquia la primera preocupación de los fieles "es comer las veces que se pueda comer en el día (…). La gente trata de sobrevivir", sobre todo ahora con los despidos, "porque en Cuba se ha sobrevivido gracias a que la familia es muy solidaria".
Indicó que "la otra cuestión fundamental es la desesperanza", porque al no ver salidas, los jóvenes buscan irse y así Cuba se está "convirtiendo en una isla de ancianos", además que la tasa de nacimientos es baja y el país "necesita renovación, necesita juventud, necesita niñez".
"El gobierno necesita en estos momentos una seria reflexión para descubrir que hay otras maneras de gobernar, que hay otras maneras de ejercer el poder y que son más convenientes para ellos y para todos (…). Porque de eso se trata: de todos los cubanos sin exclusiones", expresó.
La entrevista completa está en http://cafefuerte.com/2011/03/14/padre-jose-conrado-mi-pueblo-sufre-y-no-lo-voy-a-abandonar/