El Secretario del Pontificio Consejo Cor Unum, Mons. Giampietro Dal Toso, explicó que la Iglesia ha hecho suyo el deber de asistir a las víctimas de la emergencia humanitaria por la crisis del norte de África, donde como en otras latitudes su ayuda incluye mostrar el amor de Dios a todos.
En una entrevista difundida por su dicasterio el 7 de marzo, Mons. Dal Toso explicó que "más allá de las consideraciones políticas, la Iglesia ya hizo suyo el deber de asistir a las víctimas de esta emergencia humana apremiante y real".
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El Prelado expresó su confianza de que "estos pueblos, gracias también al apoyo de la comunidad internacional, encontrarán un camino para salir adelante" y recordó que "la formación integral de la persona humana es el sendero a seguir para atacar las raíces de esas estructuras que siguen perpetrando la injusticia. En esto, la Iglesia tiene una tarea fundamental: formar conciencias a través del Evangelio".
Mons. Dal Toso se refirió también a la diversa y efectiva labor de muchas organizaciones católicas de asistencia en el mundo.
"No deberíamos ver algo negativo en esta variedad. Por el contrario, la variedad es una riqueza", indicó y recordó la visita que hizo el Presidente de Cor Unum, Cardenal Robert Sarah a Haití, por el primer aniversario del terremoto que devastó la isla en enero de 2010.
El Presidente de Cor Unun "pudo ver cómo el trabajo masivo, diferenciado en el campo de diferentes organizaciones católicas y Caritas Haití, es para los pobladores de esta tierra devastada una luz brillante, un punto de referencia, casi la única fuente de esperanza concreta para salir de una situación tan desesperanzadora".
Por ello, recordó el Prelado, "es esencial que, junto a nuestra asistencia material, mostremos el amor que Dios tiene para cada una y todas las personas".
"La caridad real permite que el amor de Dios llegue al corazón del hombre. Nuestra presencia no puede limitarse a proveer la ayuda concreta, material, aunque sea necesaria, sino que debe llevar ese ‘algo más’, del que habla el Papa en (la encíclica) Deus Caritas est. ¡El hombre también tiene un alma que anhela conocer a Cristo!"