En su discurso a los participantes de la asamblea general de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo en ocasión de su 25° aniversario, el Papa Benedicto XVI señaló que los sacerdotes unidos profundamente a Cristo y permanentemente renovados deben ser luz del mundo y de la Iglesia.
En sus palabras a la rama sacerdotal del movimiento Comunión y Liberación, el Santo Padre señaló que "el sacerdocio cristiano no es un fin en sí mismo. Ha sido querido por Jesús en función del nacimiento y de la vida de la Iglesia. Por ello, todo sacerdote puede decir a los fieles, parafraseando a San Agustín: Vobiscum christianus, pro vobis sacerdos. La gloria es la gloria del sacerdocio y de servir a Cristo y a su Cuerpo místico".
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El Papa destacó además que "la presencia de vocaciones sacerdotales es un signo seguro de la verdad y la vitalidad de una comunidad cristiana. De hecho Dios llama siempre, también al sacerdocio, ya que no hay crecimiento verdadero ni fecundo en la Iglesia in la auténtica presencia sacerdotal que la sostenga y la alimente".
Tras recordar que el sacerdocio debe renovarse continuamente, el Papa dijo que "los diversos caminos de esta renovación no pueden dejar de lado algunos elementos irrenunciables. Primero que nada una educación profunda a la meditación y la oración, vividas como diálogo con el Señor resucitado presente en su Iglesia".
En segundo lugar, prosiguió, "un estudio de la teología que permita encontrar las verdades cristianas en la forma de una síntesis ligada a la vida de la persona y de la comunidad: solo una mirada sapiencial puede de hecho valorizar la fuerza que la fe posee para iluminar la vida y el mundo, conduciendo continuamente a Cristo, Creador y Salvador".
El Papa se refirió también a la necesidad de la vida comunitaria para los sacerdotes y explicó que "la vida en común no es solamente una estrategia para responder a estas necesidades. No es tampoco, por sí misma, solo una ayuda ante la soledad y la debilidad del hombre. Todo esto puede ser, ciertamente, pero solo si la vida fraterna es concebida y vivida como camino para ingresar en la realidad de la comunión".
Luego de afirmar que la vida en común tiene su sustento en la comunión con Cristo, Benedicto XVI señaló que "vivir con otros significa aceptar la necesidad de la propia y continua conversión y sobre todo descubrir la belleza de tal camino, la alegría de la humildad, de la penitencia, pero también de la conversación, del perdón efectivo, del mutuo acompañamiento".
"Nadie puede asumir la fuerza regeneradora de la vida común sin la oración, sin mirar la experiencia y la enseñanza de los santos, en particular modo de los Padres de la Iglesia, sin una vida sacramental vivida con fidelidad".
El Papa advirtió luego que "si no se entra en el diálogo eterno que el Hijo tiene con el Padre en el Espíritu Santo ninguna auténtica vida común es posible. Es necesario estar con Jesús para poder estar con los otros. Este es el corazón de la misión".
"En compañía de Cristo y de los hermanos todo sacerdote puede encontrar las energías necesarias para hacerse cargo de los hombres, de los necesitados espiritual y materialmente que encuentre, para enseñar con palabras siempre nuevas, dictadas por el amor, las verdades eternas de la fe de la cual tienen sed nuestros contemporáneos".
Finalmente el Santo Padre exhortó: "¡continúen yendo por todo el mundo para llevar a todos la comunión que nace del corazón de Cristo! ¡Que la experiencia de los Apóstoles con Jesús sea siempre el faro que ilumine nuestra vida sacerdotal!"