El Obispo de Tucson (Estados Unidos), Mons. Gerald Kicanas, recordó que ante tragedias como la ocurrida el sábado 8 de enero donde un desequilibrado asesinó a seis personas y dejó a otras 14 heridas, Dios siempre conforta y consuela a todos porque nunca quiere el mal y Él no hace daño a nadie.
En la Misa de sufragio del martes 11 de enero que presidió Mons. Kicanas se recordó a los fallecidos que incluyen a dos católicos: el juez federal John Roll y la pequeña de nueve años Christina Taylor Green, víctimas de los disparos de Jared Loughner.
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El joven de 22 años disparó 31 tiros cuando la representante demócrata Gabrielle Giffords se reunía con ciudadanos en el estacionamiento de un supermercado de Tucson, Arizona.
La Eucaristía se inició con el canto "Amazing grace" (gracia asombrosa) que fue entonado por el coro de niños de la parroquia de Santa Odilia, a la que pertenecía Christina Taylor Green. Su madre Roxana también estuvo presente en la celebración.
En la homilía, Mons. Kicanas expresó el dolor que lo embarga junto a su comunidad que se cuestiona "¿cómo ha podido Dios permitir tanta violencia contra inocentes? ¿Cómo ha podido permitir el dolor y el sufrimiento de tantas personas? ¿Dios nos ha abandonado? ¿Ha mirado a otra parte?"
"Nuestro Dios no quiere nunca el mal, no inflige dolor a sus hijos nunca, no golpea ni hace daño a nadie. En lugar de eso nos conforta y nos consuela cuando somos afectados por estas tragedias. Dios está cerca, camina con nosotros, nos mantiene en la palma de su mano".
El Prelado dijo también que "los recuerdos de aquel sábado por la mañana nos perseguirán en cada lugar y por mucho tiempo. Que esta celebración litúrgica nos exhorte a trabajar juntos y cooperar, pese a las diferencias, para mejorar nuestra comunidad".
"Estamos agradecidos por el interés de todos, por el amor y la solidaridad ante estos hechos. Cada uno de nosotros está orgulloso del valor de los habitantes de Tucson que reaccionaron instantáneamente para ayudar a los heridos junto al personal médico hospitalario".
Finalmente el Obispo de Tucson señaló que "Dios no quiere discordia ni divisiones" sino que desea "que seamos dignos de ser llamados hijos e hijas por nuestras acciones y nuestras relaciones. Debemos resistir al mal viviendo con integridad, hablando con civilidad en respeto por los otros".