Ante el creciente avance de los juegos de azar, que enriquece "a unos pocos en detrimento de muchos", la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) pidió a las autoridades proteger a las familias de los peligros de esta actividad.
Este lunes 20 de diciembre, al término de la 157° reunión del Comité Permanente de la CEA, los obispos publicaron el mensaje titulado "El juego se torna peligroso" en el que recuerdan que "uno de los valores fundamentales" para defender la vida es "la libertad, tan apreciada por nuestra sociedad".
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"Anhelamos ser libres de toda atadura. Por eso hoy queremos expresar nuestra inquietud y dolor por un flagelo creciente para muchas familias: la adicción al juego de azar", indicó.
Ante la proliferación de casinos, bingos y centros de máquinas tragamonedas, incluso cerca de barrios pobres en todo el país, los obispos advierten que "el juego de azar es un negocio que mueve gran cantidad de dinero para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos, especialmente de los más pobres".
"Sabemos también de la vinculación de esta actividad con el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas, armas, personas. La problemática es vasta y compleja".
Por otro lado, ante "las graves consecuencias personales, familiares y sociales del juego", sostienen que "el Estado debe garantizar la protección integral de la familia" porque "quien se apasiona en el juego puede arriesgar y perder aquello que pertenece también a su cónyuge y sus hijos. Es una acción que daña la comunión familiar".
Al argumento de que con los impuestos a los juegos también se pagan algunas obras de interés social, los obispos responden que "el fin no justifica los medios. Además es bueno clarificar que un gran porcentaje de lo recaudado del juego favorece los bolsillos de unos pocos, y solo una parte mínima se destina a ayuda social para los más pobres (muchos de los cuales han jugado con expectativa de ganar para ‘salvarse’). ¿No sería bueno pensar gradualmente en fuentes de financiamiento más adecuadas?"
Seguidamente piden al Estado ayudar también a los afectados por la ludopatía o adicción al juego, así como regular "con transparencia la actividad del juego de azar con límites de horarios y lugares de funcionamiento, cuidando especialmente a los pobres. Es muy importante fortalecer la moral del pueblo y evitar toda sospecha de corrupción".
En el camino de sanación de los adictos al juego, indican finalmente, es "vital desplegar la dimensión religiosa del ser humano. Esto también es una constatación de las comunidades terapéuticas. La experiencia de encuentro con Dios Padre y Misericordioso, sana las heridas de la vida y es fortaleza para reconstruir la persona y restablecer lazos familiares y de amistad".