La policía china detuvo al Obispo de Hengshui, Mons. Feng Xinmao, perteneciente a la Iglesia Católica Patriótica y lo obligó a asistir a la asamblea general de la "iglesia oficial", controlada por el Gobierno y separada del Vaticano.

El Gobierno chino permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica, subalterna del Partido Comunista de China, y rechaza la autoridad del Vaticano.

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Desde 1951, cuando los comunistas rompieron relaciones diplomáticas con la Santa Sede, las autoridades comunistas han perseguido y encarcelado a los católicos –obispos, sacerdotes y laicos– fieles al Papa, obligándolos a vivir su fe en la clandestinidad. En los últimos meses, la hostilidad se ha extendido a los líderes de la iglesia católica patriótica que quieren acercarse a Roma.

Según informó el diario italiano Avvenire, decenas de fieles intentaron proteger al Obispo de Henshui de la policía, que sitió su residencia durante horas.

En marzo pasado, la Comisión Vaticana para la Iglesia en China pidió a los obispos oficiales chinos evitar los sacramentos, las ordenaciones de los obispos, y la asistencia a reuniones que contradigan la comunión con el Papa. Siguiendo estas indicaciones, obispos y líderes de la iglesia oficial han desistido de participar en las asambleas controladas por los comunistas y padecen la hostilidad de las autoridades.

En la asamblea de esta semana, se elegirán a los presidentes de la Asociación Patriótica Católica y el Consejo de los Obispos, entidades controladas por los comunistas y separadas del Vaticano, a pesar de la resistencia de varios obispos chinos de la iglesia oficial.

La iglesia patriótica junto al Gobierno chino, se ha servido del arresto domiciliario de algunos prelados que participaron forzados en la ordenación episcopal del obispo de Chengde el pasado 20 de noviembre, considerada por la Santa Sede como "una grave violación de la libertad religiosa".

Tras la ordenación ilícita, Mons. Feng Xinmao fue obligado a vivir aislado durante un mes, bajo la supervisión de la policía y sin contacto con sus fieles. El Prelado fue liberado temporalmente para presidir el funeral de un amigo sacerdote luego de advertir a la policía que emprendería una huelga de hambre si no le permitían presidir el entierro. Después de los funerales y en medio de enfrentamientos con los feligreses, la policía detuvo al obispo y lo transfirió a Pekín.

Otro caso similar fue protagonizado por Mons. Li Lianggui Cangzhou, quien ha pasado a vivir en la clandestinidad tras la ordenación del 20 de noviembre para cumplir el pedido del Papa Benedicto XVI y no asistir a la asamblea de esta semana. La policía amenazó con considerarlo un "criminal peligroso" en China si no aparece.

En la audiencia general de la semana pasada, el Papa Benedicto XVI hizo un llamamiento a favor de los católicos chinos que fieles a Roma "están pasando por un momento especialmente difícil". "Pedimos a la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos, que sostenga a todos los obispos chinos, tan queridos por mí, para que den testimonio de su fe con valor, poniendo toda esperanza en el Salvador que esperamos", indicó.