Al concluir la Vigilia de Oración por la Vida naciente en las Vísperas del primer domingo de Adviento, el Papa Benedicto XVI rezó una especial oración en la que pide a Dios proteger la vida de toda persona en toda circunstancia, proteger a las familias y hacer que en la sociedad se den las condiciones necesarias para recibir bien a los hijos, incluyendo las decisiones de las asambleas legislativas de todo el mundo.
A continuación la oración completa dada a conocer hoy por L’Osservatore Romano:
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"Señor Jesús,
que fielmente visitas y colmas con tu Presencia
la Iglesia y la historia de los hombres;
que en el admirable Sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre
nos haces partícipes de la Vida divina
y nos haces pregustar la alegría de la Vida eterna;
te adoramos y te bendecimos.
Postrados ante Ti, fuente y amante de la vida
realmente presente y vivo entre nosotros, te suplicamos.
Despierta en nosotros el respeto por toda vida humana naciente,
haciéndonos capaces de apreciar en el fruto del vientre materno
la admirable obra del Creador,
dispón nuestros corazones a la generosa acogida de todo niño
ante la vida.
Bendice a las familias,
santifica la unión de los esposos,
haz fecundo su amor.
Acompaña con la luz de tu Espíritu
las decisiones de las asambleas legislativas,
para que los pueblos y las naciones reconozcan y respeten
la sacralidad de la vida, de toda vida humana.
Guía la obra de los científicos y médicos,
para que el progreso contribuya al bien integral de la persona
y ninguno padezca supresión e injusticia.
Obsequia caridad creativa a los administradores y economistas,
para que sepan intuir y promover condiciones suficientes
para que las jóvenes familias puedan serenamente abrirse
al nacimiento de nuevos hijos.
Consuela a las parejas de esposos que sufren
a causa de la imposibilidad de tener hijos,
y en tu bondad provee.
Educa a todos a cuidar a niños huérfanos abandonados,
para que puedan experimentar el calor de tu Caridad,
el consuelo de tu Corazón divino.
Con María, tu Madre, la gran creyente,
en cuyo vientre has asumido nuestra naturaleza humana,
esperamos de Ti, nuestro único verdadero Bien y Salvador,
la fuerza de amar y servir a la vida,
en espera de vivir siempre en Ti,
en la comunión de la Santa Trinidad.
Amén".