"Oramos para que la situación no empeore y no se convierta en un conflicto abierto", dicen los obispos de Corea del Sur en un llamado a la paz. "Oramos para que el Señor dé a todos los dirigentes y a todos nosotros la fuerza y la luz para superar esta crisis. Actualmente vivimos en un momento de gran confusión y también de miedo".
"Hacemos un llamado a los gobiernos del Sur y del Norte para que se reúnan y busquen las vías del diálogo", dijo a la agencia vaticana Fides Mons. Peter Kang U-il, Obispo de Cheju y presidente de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, a raíz del ataque de las fuerzas de Pyongyang a la isla surcoreana de Yeonpyeong.
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Según las últimas comunicaciones, junto a los dos soldados de Corea del Sur, murieron en el ataque norcoreano también dos civiles.
El Obispo dijo a Fides que "el gobierno del Sur todavía no conoce bien las razones de este ataque que está aumentando la tensión en la península. Aparentemente se trata de razones de táctica política. Tal vez, dicen, es una manera de desviar la atención de los dramáticos problemas internos. De la escasa información que tenemos sobre el Norte, sabemos que la situación económica es muy difícil, y que se sufre de hambre y miseria".
"Pero estoy seguro –comentó– que los líderes del Norte saben que la guerra no conduce a ninguna parte, que es solo una catástrofe que hace sufrir a los civiles. Es una posibilidad que debemos tratar de evitar por todos los medios".
"Es urgente que la comunidad internacional intervenga, no puede cerrar los ojos ante esta situación. También hay que involucrar a China, que tiene un gran poder de influencia sobre Corea del Norte, para comprender las raíces y las causas de esta crisis", señaló el Obispo.
"Esperamos el apoyo de la Iglesia universal, a través de la oración por la paz. La paz no es simplemente el resultado de la voluntad humana o la acción diplomática, sino también de la ayuda de Dios. Pedimos al Santo Padre que rece por nosotros, por la paz y por el bien del pueblo coreano", dijo Mons. Kang.
"La esperanza no muere, porque el conflicto sólo trae destrucción; en cambio, sobre la paz se puede construir el futuro. Hay esperanza porque seguimos confiando en la providencia de Dios", concluyó.