El Papa Benedicto XVI reflexionó durante en el rezo del Ángelus dominical en la necesidad de cultivar una conciencia ética para lograr un nuevo equilibrio mundial que permita superar la crisis ecónomica que afecta a tantos países sin perjudicar a los más pobres.
Al recordar la Jornada de Acción de Gracias que Italia celebra el segundo domingo de diciembre por el final de las cosechas, el Papa reflexionó sobre el trabajo agrícola y pidió considerar en serio “la actual crisis económica, de la que se ha tratado estos días de manera especial en la cumbre del G20 en Seúl”.
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El Pontífice explicó que las numerosas causas que la han provocado necesitan una revisión profunda del modelo de desarrollo económico global. “Se trata de un síntoma agudo que se ha añadido a otros más graves y ya bien conocidos” como “el desequilibrio entre riqueza y pobreza, el escándalo del hambre, la emergencia ecológica y el problema de la desocupación, también éste general”.
“En este cuadro, es decisivo un relanzamiento estratégico de la agricultura. De hecho, el proceso de industrialización, en ocasiones, ha dejado en la sombra el sector agrícola, que, a pesar de sacar beneficio de las consecuencias y de las técnicas modernas, ha perdido sin embargo importancia, con notables consecuencias también en el plano cultural. Me parece el momento para un llamamiento a revalorizar la agricultura, no en sentido nostálgico, sino como recurso indispensable para el futuro”, señaló.
También afirmó que “en la actual situación económica, la tentación para las economías más dinámicas es la de recurrir a alianzas ventajosas que, sin embargo, pueden resultar gravosas para otros Estados más pobres”, prologando “situaciones de pobreza extrema de masas de hombres y mujeres y acabando con los recursos económicos de la Tierra, confiada por Dios Creador al hombre, para la que la cultive y la custodie”.
“Además, a pesar de la crisis, se constata que en países de antigua industrialización aún se incentivan estilos de vida marcados por un consumo insostenible, que resultan dañosos para el ambiente y para los pobres. Es necesario, apostar por tanto, de manera verdaderamente concertada, por un nuevo equilibrio entre agricultura, industria y servicios, para que el desarrollo sea sostenible, para que a nadie le falte el pan y el trabajo. Y el aire, el agua y los otros recursos primarios sean preservados como bienes universales”, señaló.
Benedicto XVI considera “fundamental cultivar y difundir una clara conciencia ética”, que esté a la altura de estos complejos desafíos, así como “educarnos todos para un consumo más sabio y responsable; promover la responsabilidad personal junto a la dimensión social de las actividades rurales, fundadas sobre valores perennes, como la acogida, la solidaridad, o el compartir las fatigas del trabajo”.
Al saludar a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro para el rezo del Ángelus, dirigió como es habitual unas palabras en español.
“En el Evangelio proclamado este domingo, hay una invitación a la perseverancia cristiana. Os invito hermanos a acoger con un corazón bien dispuesto el misterio salvador de Cristo, Señor de la historia, que nos une íntimamente a su obra redentora, y nos impulsa a un trabajo generoso y constante en favor de todos los hombres. Feliz domingo”, dijo.
Radio Vaticano informó que al saludar a los fieles de lengua francesa, recordó su reciente peregrinación a Santiago de Compostela. “Los cristianos desean compartir su bien más precioso: la Buena Nueva de Cristo que salva, para responder así a las preguntas que tantos hombres se hacen a cerca de la verdad”, recordó.
También, en su saludo en polaco, el Santo Padre recordó que por iniciativa de la asociación “Ayuda a la Iglesia que sufre”, la Iglesia de este país reza hoy por todos los hermanos y hermanas que sufren en el mundo a causa del Evangelio.
“Vosotros que en el pasado habéis sufrido también por haber sido fieles a Cristo y a la Iglesia -ha dicho el Papa- tenéis una particular sensibilidad hacia los que hoy sufren aquella prueba. Alcemos a Dios nuestra oración por la libertad de anunciar en el mundo el mensaje evangélico”.
Finalmente, saludó a los iraquíes presentes en la plaza de San Pedro e invocó “el don de la paz” para el convulsionado país.