"Sería inconcebible que en nombre de la neutralidad religiosa del Estado se cohíba la libertad de los católicos", señaló el Arzobispo de La Plata y Presidente de la Comisión Episcopal de Educación de Argentina, Mons. Mons. Héctor Aguer, durante la homilía de la Misa con la que concluyó el V Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos (ENDUC).
Mons. Aguer afirmó que "en la actualidad se registra una tendencia alarmante" del Estado que "en algunas de sus estructuras, en algunos de sus representantes, parece deslizarse de la neutralidad a la persecución" al catolicismo.
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"En la Argentina de hoy", señaló el Arzobispo "en nombre de la neutralidad del Estado, como un reciclaje del viejo laicismo, se propone suprimir los signos sagrados del cristianismo de los lugares públicos y en nombre de la no discriminación se intenta prohibir que proclamemos abiertamente verdades fundamentales del orden natural que, esclarecidas por la Revelación, integran el patrimonio de la doctrina católica".
"En las universidades nacionales hay plena libertad para transmitir ideologías subversivas y para burlarse del cristianismo, pero el católico debe ocultar pudorosamente su convicción de la verdad, so pena de ser marginado y perseguido" lamentó el Arzobispo de La Plata.
Por esto, Mons. Aguer considera urgente decirle "a los católicos comprometidos en política, a todo ciudadano católico, a los universitarios y profesionales, a los hombres y mujeres de la cultura", que a ellos les "corresponde sostener con lucidez y valentía, iluminados por la Verdad e impulsados por la Caridad, los principios no negociables de los que depende el futuro de la sociedad argentina".
Los católicos "deben ejercer y reclamar el derecho que asiste a la religión católica, en razón de su verdad intrínseca y de su peso en la tradición nacional, a una serena presencia en todos los ámbitos de la vida pública, al servicio de la justicia, de la concordia, de la solidaridad".
El Arzobispo de La Plata señaló que los católicos laicos deben asumir los principios de "la defensa de la vida desde la concepción hasta su fin natural", de "la protección y valoración de la familia fundada sobre la unión estable del varón y la mujer", y de "la libertad de las familias para educar a sus hijos según sus convicciones religiosas y morales, aun y sobre todo en la escuela estatal; la reforma del Estado en vista del bien común, de la primacía del trabajo y de la lucha contra la pobreza".
El aporte de los universitarios católicos no se reduce "al terreno político y social sino que se extiende a todo el campo de la cultura", explicó el Arzobispo, "ya sea en nuestras propias instituciones, ya en otros espacios académicos, ellos pueden brindar una colaboración específica al avance de la ciencia y al desarrollo tecnológico. La razón iluminada por la fe ayuda a la investigación científica a no clausurarse en los límites del cientificismo positivista, para descubrir la continuidad real del conocimiento y reconocer la dimensión metafísica de la realidad y sus consecuencias éticas".