El Papa Benedicto XVI señala en su mensaje al Cardenal Angelo Bagnasco, Arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), que la familia es la primera educadora de las personas, en la que se "plasma el rostro de un pueblo" y esta comunidad debe formar a las personas para el adecuado uso de la libertad.
En el texto dado a conocer hoy y enviado en ocasión de la 62° Asamblea General de la CEI, que se celebra esta semana en la localidad italiana de Asís, el Papa comenta sobre el Santo de Asís que "de la asistencia a la Santa Misa y de recibir con devoción la Sagrada Comunión deriva la vida evangélica de San Francisco y su vocación a recorrer el camino de Cristo Crucificado".
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En este contexto resalta que "la santidad de la Eucaristía exige que se celebre y se adore este misterio, conscientes de su grandeza, importancia y eficacia para la vida cristiana, pero también exige pureza, coherencia y santidad de vida por parte de cada uno de nosotros, para ser testigos vivos del único sacrificio de amor de Cristo".
Refiriéndose al tema principal que están examinando, la traducción al italiano de la tercera edición típica del Misal Romano, Benedicto XVI señala que "cualquier verdadero reformador es un obediente de la fe: no se mueve de manera arbitraria, ni se permite ninguna discrecionalidad sobre el rito; no es el dueño, sino el guardián del tesoro instituido por el Señor y que se nos ha confiado. Toda la Iglesia está presente en cada liturgia: la adhesión a su forma es condición de autenticidad de lo que se celebra".
Los progresos de la ciencia y de la técnica, continúa el Papa, "se han producido, a menudo, en detrimento de los fundamentos del cristianismo, en los que hunde sus raíces la historia fecunda del continente europeo: la esfera moral se ha confinado al ámbito subjetivo, y Dios, cuando no es negado, es excluido de la conciencia pública".
El Papa Benedicto XVI afirma luego que "para cambiar de dirección, no es suficiente un vago llamamiento a los valores, ni una propuesta educativa que se conforme con intervenciones puramente funcionales y fragmentarias. Es necesaria más bien una relación personal de fidelidad entre sujetos activos, capaces de tomar decisiones y de poner en juego la propia libertad".
"Por esta razón, es más oportuna que nunca vuestra decisión de recordar a todos los que se preocupan por la ciudad de los hombres y el bien de las generaciones futuras, su responsabilidad educativa. Esta alianza indispensable debe partir de una nueva proximidad a la familia, que reconozca y apoye su primacía educativa: dentro de ella se plasma el rostro de un pueblo".
El Papa concluye exhortando a los obispos a "valorar la liturgia como fuente perenne de educación a la vida buena del Evangelio, que introduce en el encuentro con Jesucristo, que por medio de palabras y obras edifica constantemente la Iglesia, formándola en las profundidades de la escucha, de la fraternidad y de la misión".