En su visita a la Obra Benéfico-Social Nen Déu, el Papa Benedicto XVI consideró "imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y la dignidad humana".
En el acto más conmovedor de su visita a Barcelona, el Pontífice bendijo la primera piedra de un futuro centro de la institución Nen Déu (Niño Dios es catalán), que atiende a niños con síndrome de Down, autistas, pacientes con epilepsia grave y problemas de comportamiento que llevará el nombre de Benedicto XVI.
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En su encuentro con los niños, jóvenes, religiosas y voluntarios que trabajan en el centro, el Papa ofreció un breve discurso en el que alentó el servicio católico a los más necesitados.
“En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana”, explicó.
El Papa destacó “cómo, con el esfuerzo de ésta y otras instituciones eclesiales análogas, a la que se sumará la nueva Residencia que habéis deseado que llevara el nombre del Papa, se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad”.
El Santo Padre recordó que “en el cuidado de los más débiles, mucho han contribuido los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico. Por eso, es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana, de modo que quienes padecen enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas”.
El Pontífice dio “gracias a Dios” por las vidas de los niños y jóvenes de la obra y les aseguró que ocupan “un lugar muy importante en el corazón del Papa. Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado”.
“No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones”, agregó.