En la liturgia de acción de gracias por el exitoso rescate de los 33 mineros que estuvieron a 700 metros bajo tierra durante 69 días en el desierto de Atacama, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), Mons. Alejandro Goic Karmelic, señaló que Cristo resucitado es la "cápsula Fénix", el refugio y la esperanza para todos.
En la celebración ecuménica que presidió este lunes por la noche en el Santuario de la Virgen del Carmen en Maipú, en presencia de los mineros rescatados, sus familias y diversas autoridades estatales, y ante la Cruz de Chile que representa la unidad de este país, Mons. Goic dio gracias a Dios por la vida de estos 33 hombres "que han sobrevivido a una tragedia gracias a su fe, a su esperanza, a su coraje y su comunión solidaria".
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Para el también Obispo de Rancagua, no es casual que el nombre de Dios se haya pronunciado con tanta fuerza durante estos últimos meses en Chile. "Ha sido un tiempo de mirar al Creador, que no nos abandona ni siquiera en las mayores aflicciones y desconsuelos: cuando se pierde un hijo, cuando se está prisionero 700 metros bajo tierra, cuando falta lo mínimo para poder vivir dignamente", dijo.
"En la mayor oscuridad, el Hijo de Dios asume la cruz y con su resurrección nos devuelve la vida, la Certeza final que vence toda muerte. Es Cristo Resucitado nuestra esperanza, él es la ‘cápsula Fénix’ de nuestra historia personal, familiar y nacional", indicó.
El Presidente de la CECh agradeció luego al Papa Benedicto XVI quien recibió "con tanto cariño" la bandera que los mineros firmaron en su refugio, y que la haya tenido en su departamento durante una semana, acompañando su oración hasta que concluyó el rescate.
El Obispo dijo luego que sucesos como el terremoto del 27 de febrero y este episodio que tuvo a todo el mundo acompañando a los mineros, cuestionan el sentido último de la existencia: "¿Estamos preparados para que se desmoronen nuestras edificaciones materiales, para que se derrumben nuestros planes y proyectos? Cuando viene el mayor de los derrumbes, no el de la roca sino el de la esperanza, ¿qué luz asoma al final del túnel? Cuando aflora la fragilidad, la vulnerabilidad, la incertidumbre, ¿en qué, o en quién, ciframos finalmente nuestra íntima confianza?", cuestionó.
Al comentar el Evangelio sobre el hombre que construye su casa sobre roca que representa a Cristo, la roca firme para edificar la propia vida, Mons. Goic explicó que la situación de injusticia de los mineros de Chile debe revertirse y alentó a no seguir "viviendo el estrés permanente de un ritmo de vida orientado exclusivamente al rendimiento y al lucro. Eso es construir nuestra vida sobre arena. La vida no puede reducirse a una carrera vertiginosa por maximizar tiempos, resultados, compromisos, a un costo tan elevado".
"No basta con corregir las normas y fiscalizar adecuadamente. Una convivencia sana se funda en familias sanas, que cuenten con tiempo para regalarse amor y diálogo, que tengan oportunidades de crecer y desarrollarse, con rutinas, horarios y proyectos a escala humana", agregó.
Al concluir su homilía el Presidente de la CECh pidió la intercesión de la Virgen María y que "cuando los vientos y las tempestades nos hagan flaquear en nuestras certezas, nos amenacen nuestra esperanza, nos derrumben nuestros sueños, tengamos la humildad necesaria para decir 'Rescátanos, Señor de la Vida'".
"Y que cuando nuestra vida se vea regalada por Dios con alegrías y bendiciones, seamos capaces de valorar lo que tenemos, de dar gracias a la vida y de compartir la buena noticia de que estamos vivos, de que estamos bien, de que Cristo, roca firme, es nuestro refugio", finalizó.