Con ocasión del mes del Rosario que se celebra en octubre, Mons. José Luis Mollaghan, Arzobispo de Rosario (Argentina), ciudad que lleva este nombre en honor a la oración mariana, recordó que el rezo mariano acompaña la vida y dificultades de todos los fieles.
En la carta pastoral titulada "El Rosario es la oración mariana del discípulo, que nos invita a anunciar a Jesucristo", dirigida a sacerdotes, religiosos y fieles laicos, Mons. Mollaghan señala que "el Rosario es una oración de contemplación de la vida de Jesús, a lo largo del itinerario de la salvación, recordando y meditando los misterios de alegría, de luz, de dolor y de gloria".
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Al recordar la exhortación del Papa Benedicto XVI a rezar durante el mes de octubre el Santo Rosario, el Arzobispo manifestó que en esta oración mariana los fieles laicos pueden encontrar "una pausa en su vida ajetreada y una fuente de verdadera paz para cada uno y para la familia".
Haciendo referencia a la Encíclica del Papa Juan Pablo II "Madre del Redentor", el Obispo señaló que la Santísima Virgen siempre intercede por nuestras necesidades por lo que "María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones y sufrimientos. Se pone en medio, o sea se hace mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de verdadera madre, consciente de que como tal puede hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres".
Los misterios del Santo Rosario, dice el Obispo, muestran que Jesús es el centro de la salvación e invitan a meditar en la realidad que vive el hombre de hoy. Refiriéndose a la Encarnación de Dios en María dijo que este hecho remite a la "vida en el seno materno de tantos niños que van a nacer, y en el don de la niñez, que el Señor protege profundamente y nos encomienda hacerlo a nosotros".
Al referirse a los Misterios de la Luz el Obispo explica que el misterio de la Eucaristía recuerda "las dificultades que surgen en tantos lugares por la escasez de sacerdotes, hacen más grande la urgencia de fomentar las vocaciones sacerdotales".
Al contemplar los misterios dolorosos, señaló, estos deben ayudar a los fieles a sobrellevar las pruebas que sufre hoy la Iglesia, sus sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos para ser fieles a Cristo; y hablando de los gloriosos, dijo que "estos permiten hacer viva la esperanza cristiana, contemplando después de la Pasión, la Gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión".
Mons.Mollaghan aseguró que el Rosario, como enseña Juan Pablo II, "marca el ritmo de la vida humana", para armonizarla con el ritmo de la vida divina.
"Desde la Encarnación hasta la Cruz y en la gloria de la Resurrección, contemplamos la participación íntima de María en los misterios de Cristo y así también en nuestra vida, entretejida de momentos de alegría y tristeza, de sombras y luces, de contrariedades y esperanzas. Por ello la gracia colma nuestros corazones, suscitando al rezarlo el deseo de un cambio de vida".
Finalmente el Prelado subrayó que el Rosario impulsa a los fieles a descubrir la vocación misionera porque "si rezar el Rosario nos ayuda a vivir como cristianos y discípulos de Jesús, también nos impulsa a descubrir por María la vocación misionera. Justamente, al profundizar en la vida de Jesús, surge una y otra vez el llamado a vivir lo que rezamos y por ello a anunciar su Reino y las obras de Dios".