En un comunicado dado a conocer hoy, la Conferencia Episcopal de Chile dio gracias, primeramente a Dios, y a todos y cada una de las personas involucradas en este histórico acontecimiento, por haber rescatado exitosamente a los 33 trabajadores que se encontraban atrapados en la mina San José.
En el texto titulado "Junto a un pueblo agradecido al Dios de la Vida" los obispos manifiestan su "inmensa alegría" y agradecen al Señor "por el exitoso rescate de los 33 hermanos mineros que permanecieron durante 68 días atrapados en la mina San José, en la región de Atacama", que culminó con la salid de Luis Urzúa, el jefe del equipo de trabajadores quien le "entregó el turno" al Presidente Sebastián Piñera.
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El mandatario, emocionado hasta las lágrimas, con Urzúa a su costado, agradeció a Dios por haber acompañado esta operación sin precedentes, animó a los presentes a cantar el himno nacional y declaró que los mineros han dado una muestra importante de solidaridad y compañerismo que "lo hace orgulloso de ser chileno".
Los obispos en su declaración recuerdan que durante todo este tiempo en el que los 33 hombres estuvieron dentro de la mina san José, tiempo de "fe y esperanza, nos hemos unido en una plegaria permanente junto a millones de personas en todo Chile y el mundo. Agradecemos de un modo particular al Santo Padre Benedicto XVI su especial cercanía y preocupación".
Seguidamente señalan que "al concluir esta Operación San Lorenzo", que terminó oficialmente con la salida del último de los rescatistas, Manuel González, a las 00:32 (hora de Chile), "nos alegra ver y oír a estos hermanos mineros, a sus seres queridos, a las autoridades y a tantas personas en todo Chile, agradeciendo al Padre Dios por este regalo, por este milagro con que nos bendice. Valoramos, en este sentido, el admirable esfuerzo de técnicos, profesionales y demás trabajadores, compatriotas y extranjeros, que han contribuido a la preparación y ejecución del rescate".
Los prelados alientan luego a seguir "orando por los 33 mineros de Atacama y sus familias. Que este reencuentro con la vida sea una oportunidad para que ellos y todos nosotros valoremos lo más preciado que tenemos: la vida, la dignidad de hijos de Dios, la fe, el tesoro de la familia, el valor de un trabajo justamente recompensado y en condiciones seguras y siempre dignas".
Finalmente los obispos señalan que "estos 33 hermanos, con su testimonio de unidad y solidaridad, también nos han unido a todos los chilenos. Su fortaleza y esperanza nos invitan a trabajar juntos, como sociedad, para ir al ‘rescate’ de tantos hermanos que sufren la pobreza y marginación, buscando hacer de Chile ‘una mesa para todos’".