El Arzobispo de Monterrey, Cardenal Francisco Robles Ortega, subrayó el grado de movilización que tuvieron la Iglesia y los católicos durante la independencia y la revolución mexicana, e invitó a reflexionar sobre los que los une como pueblo para encontrar caminos de reconciliación.
Durante la inauguración de la 5° Jornada Académica Iglesia y Revolución, el Purpurado recordó que en sus documentos, como la encíclica Rerum Novarum, el Papa León XIII invitó a los fieles a participar activamente en la solución del problema más grande de su tiempo y que era la cohesión social.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En el caso de los mexicanos, explicó, su comportamiento "tuvo que ver con las actividades de los católicos europeos y latinoamericanos que desarrollaron una serie de instituciones para resolver la cuestión social, pero ningún otro país tuvo la cultura como el mexicano de asistir al desgaste y derrumbamiento del prolongado régimen del porfiriato".
El Purpurado indicó que este hecho, que ocurrió en 1911, encontró a grupos católicos y la Iglesia preparados para ofrecer un proyecto de solución a la situación nacional junto con otros proyectos de la sociedad.
En ese sentido, afirmó que la Iglesia "desea seguir contribuyendo al crecimiento de este país guiada por la enseñanza social de la misma, que se puede sintetizar de muchas maneras (…). No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna, sólo desea continuar bajo la guía del espíritu, la obra misma de Cristo".
En el evento también estuvo presente el Presidente de la Comisión del Episcopado para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, Mons. Alberto Suárez Inda.
"Como discípulos del Señor no podemos permanecer ajenos o ser indiferentes ante la suerte de nuestra amada nación. Como mexicanos y como cristianos, nos sentimos doblemente responsables de" contribuir con lucidez y valentía a la construcción de la patria, expresó el Prelado.
En ese sentido, recordó que ya en 1998 el Episcopado se cuestionaba si la Iglesia "podría ser marginada como la ha sido tradicionalmente en nuestro país o más aún podría la Iglesia automarginarse y permanecer pasiva como simple espectador que ve pasar desde la ventana, el desfile de los acontecimientos de nuestra historia".
Mons. Suárez indicó que a los católicos les toca ofrecer su aportación desde la misión evangelizadora. "Hay quienes siguen oponiéndose a que católicos y creyentes quieran ser protagonistas", advirtió.
"En este ejercicio de purificación de la memoria se reconocen errores, omisiones, excesos, pero también decimos con orgullo que hubo hombres y mujeres de fe, religiosos y laicos que movidos por su amor a Dios y a sus hermanos buscaron una mejor justicia", afirmó.