El Dr. Carlo Bellieni, experto bioeticista italiano, escribe un artículo tras la concesión del premio nobel a Robert Edwards por su trabajo con la fertilización in vitro, en el que advierte que con este galardón se ignora, a fin de cuentas, el problema mundial de la esterilidad que va en aumento y se difunde una concepción utilitarista del cuerpo y de la vida humana.
El también secretario del Comité de Bioética de la Sociedad Pediátrica Italiana explica al iniciar su artículo publicado en L’Osservatore Romano que con este nobel de medicina se ha excluido del debate en la sociedad a la "prevención de la esterilidad, patología que en el mundo occidental aumento año tras año, mientras toda la atención en este ámbito se vuelca a garantizar los pedidos de fecundación médica".
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Bellieni, que es además miembro de la Pontificia Academia para la Vida, explica que esta tendencia puede entenderse con una comparación sencilla: "es como si para curar la viruela se limitara uno a buscar medicinas nuevas y costosas para quien ya está enfermo, en vez de debilitarla con una vacuna. Y así se difunden diversos modos de fecundación, sin explicar que la esterilidad puede ser en gran parte prevenirse".
Para el experto neonatólogo, lo que debe hacerse es "evitar ciertas infecciones, moderar el uso de alcohol y prohibir las drogas, liberar el ambiente de compuestos plásticos o solventes que pueden alterar la fecundidad del nascituro, actuando sobre los ovarios de un embrión femenino" y se trata sobre todo de "impostar una política cultural y social para establecer un rango fisiológico de la edad en la que las mujeres tienen hijos: mientras más se espera es más difícil concebir, incluso con la fecundación médica".
Con una sociedad que no previene la esterilidad, explica luego, se tiene entonces "una cultura miope en la que se basa una política trasnacional de la que son responsables ante el mundo entero los organismos internacionales que la apoyan".
Tras comentar que parte de este apoyo internacional a la fertilización in vitro también tiene que ver con la "inducción de la necesidad" de tener un hijo, fenómeno conocido en medicina y que se aplica a otras cosas en el campo a través de la publicidad para vender productos farmacéuticos, Bellieni señala que "vivimos en un mundo estresante, entre enfermedades sexualmente transmitidas y trabajos (…) que ponen en riesgo la fecundidad".
Este riesgo, prosigue, se da por "el empleo de sustancias que, si son absorbidas, minan la acción de las hormonas naturales y terminan por bloquearla: comemos pescado al mercurio, tenemos cerca el plomo en las pinturas y los combustibles (…) esparcimos sustancias contra parásitos sobre la fruta (ha habido epidemias de esterilidad en Centro América por este motivo) y todo lo que los medios saben proponer para nuestra salud reproductiva y la fecundación in vitro".
En vez de vivir así, explica luego, "es necesario pensar en el bien común, en una visión ecológica, que en otros términos significa una atención a la ley natural, que no es mero naturalismo, sino una prevención inteligente y respeto por el cuerpo". "Esto es lo que desea la Iglesia y no personas asustadas que pasan la mitad de la vida en el terror de que llegue un hijo y la otra mitad con el terror de que ya no llegue", precisa.
El experto italiano recuerda que la Iglesia Católica espera que existan "personas informadas, conscientes de la belleza del cuerpo pero también de la fuerza coercitiva de los medios, capaces de entender que vale más tener un hijo que comprar un auto nuevo, como a veces muestra la publicidad".
Finalmente el neonatólogo Bellieni admite que "la cultura occidental difícilmente seguirá esta preocupación: significaría cambiar estilos de vida, cosa que no está en capacidad de hacer, toda volcada a defender la autonomía y la autodeterminación. Pero no es sabio ignorar la emergencia y seguir ofreciendo a un mundo cada vez más estéril solamente nuevas y costosas técnicas fecundativas. Eso es una solución de gran impacto mediático, pero al final sólo paliativa".