El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, criticó el llamado de la jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carmen Argibay, de retirar los crucifijos de los despachos judiciales, pues ello significará dejar a la sociedad huérfana de valores trascendentes y a merced del agnosticismo y relativismo ético.

Durante el programa Claves para un Mundo Mejor, el Prelado señaló que se quiere "recluir la expresión religiosa al ámbito de lo privado", teniendo en cuenta que "la iniciativa ha sido planteada esta vez por una persona que ha hecho pública manifestación de ateísmo".

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Mons. Aguer recordó que el crucifijo es, más allá de su valor para los cristianos, "un signo universal que exalta el amor entre los hombres y el triunfo del bien sobre el mal". Por ello, señaló que "no se puede pensar que en la Argentina, donde reina pacíficamente la libertad de cultos, alguien pueda sentirse traumatizado porque haya crucifijos en los despachos de los jueces".

"Ni los procesados, resulten inocentes o culpables, ni los mismos jueces. Unos y otros pueden reconocer en el signo de la cruz el misterio de una justicia superior; mejor aún, el misterio de una misericordia que supera al juicio de los hombres. Si quienes deben administrar justicia contemplaran asiduamente el sacrificio no habría tantas quejas contra ellos", afirmó.

Sobre la laicidad del Estado invocada por Argibay, Mons. Aguer explicó que "la neutralidad religiosa del estado no puede ser absoluta porque la absolutización de esa neutralidad conduce inevitablemente al ateísmo del estado. Con lo cual la neutralidad dejaría de ser tal".

"El ejemplo más característico es el del estado soviético que mantuvo siempre en su Constitución escrita la afirmación de la libertad de culto pero fue un monstruo perseguidor de la Iglesia durante 70 años, y de toda religión", recordó.

El Arzobispo de La Plata recordó que la cultura argentina está impregnada por el hecho religioso, tal como lo muestran "las grandes manifestaciones de piedad popular: la Fiesta del Milagro en Salta, del Mailín en Santiago del Estero", las peregrinaciones a Luján, a Itatí, a San Nicolás. "Todo eso significa que en el pueblo argentino existe una profunda religiosidad enraizada en la tradición católica. La fe tiende a hacerse cultura e impregna de sentido religioso todo lo que el hombre hace", indicó.

Mons. Aguer advirtió que el llamado de Argibay a retirar los crucifijos está dentro de las "minorías autodenominadas ‘progresistas’ que van a contrapelo de la vida de la sociedad e ignoran o desprecian los sentimientos de la mayoría de nuestro pueblo. La expresión religiosa es para nuestro pueblo signo de un auténtico humanismo".