En su discurso esta mañana a los prelados de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Brasil (CNBB) de la región norte 1 y noroeste en visita ad limina, el Papa Benedicto XVI señaló que la Iglesia Católica no trabaja para sí misma, sino que sirve a Cristo y en este sentido invita a todos los hombres a edificar su vida en Él.
Tras elogiar los esfuerzos de los obispos, que "careciendo a menudo de los medios adecuados" llevan "la Buena Nueva de Jesús a todos los rincones de la selva amazónica, conscientes de que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad", el Papa dijo que "Dios puede lograr esta salvación por formas extraordinarias que sólo Él conoce".
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"Sin embargo –explicó– si su Hijo vino, fue precisamente para mostrarnos con su palabra y su vida, los caminos ordinarios de salvación, y nos mandó transmitir esta revelación a los demás con su propia autoridad. Por lo tanto, no podemos evitar este pensamiento: los hombres podrían salvarse por otras vías, gracias a la misericordia de Dios, sin el anuncio del Evangelio. Pero ¿puedo salvarme si por negligencia, temor, vergüenza o ideas erróneas dejo de anunciarlo?".
"A veces nos encontramos con esta objeción: imponer una verdad, aunque sea la verdad del Evangelio, de la salvación, puede ser una violencia a la libertad religiosa", señaló el Papa citando a este propósito la respuesta de Pablo VI: "Por supuesto que sin duda sería un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero sugerir el conocimiento de la verdad del Evangelio y la salvación en Jesucristo, con absoluta claridad y con todo el respeto por las opciones libres de la conciencia –y por tanto sin presiones coercitivas, sin persuasiones que carecen de honestidad– lejos de ser un ataque a la libertad religiosa, es un homenaje a esa libertad, que puede elegir una ruta que incluso los no creyentes consideran noble y edificante. Presentar a Cristo y su reino de forma respetuosa, más que un derecho, es un deber de la evangelización".
"La llamada a la misión no se dirige exclusivamente a un restringido grupo de miembros de la Iglesia, sino que es un imperativo dirigido a todos los bautizados, un elemento esencial de su vocación".
En este contexto el Papa se refirió a la Quinta Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe realizada en Aparecida, Brasil, en 2007, entre cuyos objetivos estaba el de rescatar la dimensión misionera de la Iglesia convocando una Misión Continental.
"Los desafíos del contexto actual podrían conducir a una visión reduccionista del concepto de misión. Esta no puede limitarse a una simple búsqueda de nuevos modos para hacer la Iglesia más atractiva y capaz de vencer la competencia con otros grupos religiosos o ideologías relativistas".
"La Iglesia no trabaja para sí misma: está el servicio de Jesucristo, existe para hacer que la Buena Nueva sea accesible a todas las personas. La Iglesia es católica precisamente porque invita a todos los seres humanos a experimentar la vida nueva en Cristo. La misión, por lo tanto, no es sino la consecuencia natural de la esencia misma de la Iglesia, un servicio del ministerio de unidad que Cristo quiso llevar a cabo en su cuerpo crucificado", concluyó.