En su mensaje con ocasión del 2° Congreso Mundial de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios, que se celebra en Santiago de Compostela del 27 al 30 de septiembre y que se realiza bajo el lema "Y entró para quedarse con ellos", el Papa Benedicto XVI señaló la importancia del profundo encuentro con Cristo que pueden tener en estos lugares sagrados los fieles y destacó su importancia evangelizadora para el mundo de hoy.
Tras recordar que el mismo se hará peregrino en noviembre cuando vaya a la tumba del Apóstol Santiago en España, para confirmar en la fe a los fieles y anunciar el mensaje de Cristo, el Santo Padre explicó la importancia evangelizadora de los santuarios "en estos momentos históricos, en los que, con más fuerza si cabe, estamos llamados a evangelizar nuestro mundo".
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Ante todo, dijo, "por su gran capacidad de convocatoria, reuniendo a un número creciente de peregrinos y turistas religiosos, algunos de los cuales se encuentran en complicadas situaciones humanas y espirituales, con cierta lejanía respecto a la vivencia de la fe y una débil pertenencia eclesial".
A todos ellos, continuó el Papa, "se dirige Cristo con amor y esperanza. El anhelo de felicidad que anida en el alma alcanza su respuesta en É1, y el dolor humano junto a Él tiene un sentido. Con su gracia, las causas mas nobles hallan también su plena realización. Como Simeón se encontró con Cristo en el templo, así también el peregrino ha de tener la oportunidad de descubrir al Señor en el santuario".
El Papa explicó que para que esto sea posible "se procurará que los visitantes no olviden que los santuarios son ámbitos sagrados, para estar en ellos con devoción, respeto y decoro. De esta forma, la Palabra de Cristo, el Hijo de Dios vivo, podrá resonar con claridad, proclamándose íntegramente el acontecimiento de su muerte y resurrección, fundamento de nuestra fe. Hay que cuidar además, con singular esmero, la acogida del peregrino, dando realce, entre otros elementos, a la dignidad y belleza del santuario, imagen de la ‘morada de Dios con los hombres’ los momentos y espacios de oración, tanto personales como comunitarios; la atención a las practicas de piedad".
Benedicto XVI dijo también que "nunca se insistirá bastante en que los santuarios sean faros de caridad, con incesante dedicación a los mas desfavorecidos a través de obras concretas de solidaridad y misericordia y una constante disponibilidad a la escucha, favoreciendo en particular que los fieles puedan acercarse al sacramento de la Reconciliación y participar dignamente en la celebración eucarística, haciendo de esta el centro y culmen de toda la acción pastoral de los santuarios. Así se pondrá de manifiesto que la Eucaristía es, ciertamente, el alimento del peregrino, el ‘sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que nos acompaña y nos indica la dirección’".
"En efecto, a diferencia del vagabundo, cuyos pasos no tienen un destino final determinado, el peregrino siempre tiene una meta, aunque a veces no sea consciente explícitamente de ello. Y esta meta no es otra que el encuentro con Dios por medio de Cristo, en el que todas nuestras aspiraciones hallan su respuesta. Por esto, la celebración de la Eucaristía bien puede considerarse la culminación de la peregrinación".
Finalmente el Papa alentó a los encargados de los santuarios para que favorezcan "en los peregrinos el conocimiento y la imitación de Cristo, que sigue caminando con nosotros, iluminando nuestra vida con su Palabra y repartiéndonos el Pan de Vida en la Eucaristía. De este modo, la peregrinación al santuario será una ocasión propicia para que se vigorice en los que lo visitan el deseo de compartir con otros la maravillosa experiencia de saberse amados por Dios y ser enviados al mundo para dar testimonio de ese amor".
Finalmente el Papa elevó una especial oración por los frutos del congreso de peregrinaciones y santuarios:
"Cristo Señor, peregrino de Emaús,
que por amor te haces cercano a nosotros,
aunque, a veces, el desaliento y la tristeza
impidan que descubramos tu presencia.
Tú eres la llama que aviva nuestra fe.
Tú eres la luz que purifica nuestra esperanza.
Tú eres la fuerza que enciende nuestra caridad.
Enséñanos a reconocerte en la Palabra,
en la casa y en la Mesa donde el Pan de Vida se reparte,
en el servicio generoso al hermano que sufre.
Y cuando atardezca, ayúdanos, Señor, a decir:
‘Quédate con nosotros’. Amén".