Al recibir esta mañana a 120 obispos nombrados recientemente que participan en el congreso anual promovido por la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI señaló que la tarea de custodiar la fe la de la Iglesia también implica la "tendencia concreta y perpetua al perfeccionamiento". Los prelados deben cumplir esta misión no como burócratas o meros administradores, sino como padres y hermanos en Cristo
En su discurso, el Papa se refirió a la significativa costumbre de los nuevos obispos de efectuar una peregrinación a la tumba de San Pedro, "que se conformó a Cristo Maestro y Pastor hasta la muerte y muerte de cruz", y recordó las palabras de Jesús narradas por San Juan: "El Buen Pastor da la vida por sus ovejas".
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Por ello, dijo Benedicto XVI, "la misión del obispo no puede entenderse con la mentalidad de la eficiencia y la eficacia por la que la atención se dirige principalmente a lo que hay que hacer. Al contrario, hace falta tener siempre presente la dimensión ontológica, que está en la base de la funcional. Efectivamente el obispo, por la autoridad de Cristo de la que está revestido, cuando se sienta en la cátedra está situado ‘sobre’ y ‘de frente’ a la comunidad, en cuanto él es ‘para’ la comunidad a la que dirige su solicitud pastoral".
Reflexionando después sobre las palabras del rito de entrega del anillo en la consagración episcopal: "Recibe el anillo, signo de fidelidad y, en la integridad de la fe y en la pureza de la vida custodia la Santa Iglesia, la esposa de Cristo", Benedicto XVI explicó que "el concepto de custodiar no significa solo conservar lo que ya está establecido –aunque este elemento no deba faltar nunca– sino que incluye, en su esencia, también el aspecto dinámico, es decir una tendencia concreta y perpetua al perfeccionamiento, en plena armonía y continua adecuación a las nuevas exigencias que brotan del desarrollo y del progreso de ese organismo vivo que es la comunidad".
"Grandes son las responsabilidades de un obispo para el bien de la diócesis, pero también de la sociedad", prosiguió el Papa. "Está llamado a ser fuerte y decidido, justo y sereno para un discernimiento sapiencial de las personas, de la realidad y de los acontecimientos, requerido por su tarea de ser ‘padre, hermano y amigo’, en el camino cristiano y humano".
Finalmente Benedicto XVI dijo que "se trata de una profunda perspectiva de fe y no puramente humana, administrativa, o de tipo sociológico en la que se sitúa el ministerio del obispo, que no es un mero gobernante, o un burócrata o un simple moderador y organizador de la vida diocesana. Son la paternidad y la fraternidad de Cristo las que dan al superior la capacidad de crear un clima de confianza, de acogida y de afecto, pero también de franqueza y de justicia".