El Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el "fiscal" del Vaticano), Mons. Charles Scicluna, explicó que como Cardenal y ahora como Papa, Benedicto XVI siempre ha rechazado y rechaza los abusos sexuales cometidos por algunos miembros del clero. Esta voluntad siempre explícita busca también defender y promover el bienestar de las víctimas, indica.
En entrevista concedida a Fox News y recogida por Radio Vaticano, Mons. Scicluna explica la clara línea de acción del Santo Padre: "soy testigo directo de lo obrado por el Cardenal Prefecto (de la Congregación para la Doctrina de la Fe) entre 2002 y 2005, cuando examinó cientos de casos de abusos sexuales. He visto directamente la piedad, el sentido de frustración y de rabia que estos han suscitado en el Cardenal Ratzinger, el mismo hombre que el 19 de abril de 2005 se convirtió en Benedicto XVI".
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Tras comentar que también fue testigo de como el 6 de mayo el Santo Padre confirmó todas las decisiones de Juan Pablo II sobre estos casos de abuso sexual, ya que él mismo le había pedido darle toda la prioridad en 2003, el sacerdote comenta que "sabemos bien cuán determinado está en establecer un ejemplo muy claro y un estándar muy alto en este ámbito".
"Quien dude de sus intenciones debería leer su Carta a los Católicos de Irlanda. Es una carta bellísima: es una carta escrita por un Papa a una comunidad católica en un país noble, de grandes tradiciones cristianas, herido por el pecado de algunos de sus sacerdotes. El Papa habla con el corazón. Se dirige a las víctimas y también a los culpables y los pecadores les dice ‘debes admitir, con humildad, tu pecado y con gran humildad debes asumir las consecuencias y debes arrepentirte, debes pedir perdón y debes pedir la gracia de poder llevar una vida de oración por lo que has hecho’".
El sacerdote se refiere luego a los emotivos encuentros del Papa Benedicto con algunas de las víctimas: "a veces he llorado con ellos porque el dolor es crudo cuando las personas regresan de pronto al trauma".
"Es una experiencia –explica– muy importante ya que estas personas necesitan ser escuchadas por la Iglesia. Cuando me ocupo personalmente de los casos y me encuentro con estas personas, recuerdo que también yo soy sacerdote y que un sacerdote es una persona que lleva consuelo y obviamente me entristece escuchar lo que un sacerdote le ha hecho a estas personas (…) No es fácil, pero para ellos es incluso más difícil. No es fácil para mí pero tiene que hacerse. Es importante".
Para Mons. Scicluna estos abusos son más graves porque constituyen una "doble traición": porque "un joven confía en la persona que luego abusa de él: el primer paso en el abuso sexual es destruir esta confianza. La relación de confianza entre quien comete el abuso y su víctima. Y cuando, luego, quien perpetra el abuso es un sacerdote, no se viola la confianza ‘humana’, sino la confianza ‘sagrada’. El sacerdote es ordenado para ser un icono, una imagen, la imagen viviente de Jesucristo. (Los abusos) Son una tragedia inmensa para el individuo, para la víctima, para la Iglesia".
El promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe resalta luego el esfuerzo de la Santa Sede para hacer frente a este delicado tema respetando lo establecido por Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"La gente exige justicia y tienen derecho a pedirla en un determinado límite de tiempo, pero se espera también que sean respetados los derechos de los individuos. Ahora, respetar los derechos de los sacerdotes culpables no significa olvidarse de las víctimas, sino que la justicia debe seguir el curso de la ley y avanzando en el camino trazado por el Cardenal Ratzinger, ahora Benedicto XVI", prosigue.
Finalmente explica que "la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la posibilidad de ofrecer procedimientos veloces a los obispos que denuncian casos muy graves".