Tras una declaración pública del mediador de la policía de Irlanda del Norte en la que se dijo que la Iglesia Católica encubrió a un sacerdote supuestamente vinculado a un atentado terrorista en 1972 en la localidad de Claudy, los obispos dieron a conocer un comunicado en el que señalan la falsedad de esta afirmación y explican que el P. James Chesney, ya fallecido, señaló siempre que no estuvo involucrado en este deplorable hecho.
El atentado fue atribuido entonces al IRA y se consideró al Padre Chesney como sospechoso aunque nunca se le detuvo ni se le interrogó. Pero las autoridades eclesiásticas locales sí lo hicieron: el entonces Obispo de Derry, Mons. Neil Farren, y luego su sucesor Mons. Edward Daly. En ambos casos el sacerdote negó su participación. El entonces Arzobispo de Armagh, Cardenal William Conway, también estuvo al tanto del asunto y en 1978, se decidió transferir al sacerdote a una parroquia del condado de Donegal donde falleció en 1980.
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La declaración conjunta del Arzobispo de Armagh, Cardenal Seán Brady; y Mons. Séamus Hegarty, Obispo de Derry, dada a conocer hoy recuerda que el atentado del 31 de Julio de 1972, hace casi 40 años, en Claudy "fue un crimen deplorable" en el que fallecieron nueve personas y muchas otras resultaron afectadas.
Sobre las acusaciones hechas por el mediador de la policía local, Al Hutchinson, los obispos señalan que la Iglesia Católica siempre puso a disposición de las autoridades los documentos necesarios para la investigación y siempre "condenó el mal de la violencia. Por eso es chocante que un sacerdote sea considerado sospecho de haber estado involucrado en hechos violentos. Este caso debió haber sido adecuadamente investigado y resuelto mientras el Padre Chesney estaba vivo".
Si hubiera existido, prosigue la declaración, "evidencia de que estuviera involucrado en actividad criminal, hubiera sido arrestado e interrogado de la manera más oportuna, como cualquier otro".
Al respecto y para precisar que las acusaciones no tienen fundamento, los obispos citan una conclusión del mismo informe de la policía que dice "en relación al rol de la Iglesia Católica, al ser informada por la preocupación de otros sobre sus sacerdotes, se le preguntó al P. Chesney por sus supuestas actividades, que negó. En el curso de esta investigación policiaca no se encontró evidencia de actividad criminal alguna de parte de ningún miembro oficial de la Iglesia (6.24)".
"La Iglesia Católica no encubrió nada en este asunto. Como el mediador señala en su declaración de hoy a la Iglesia se acercó el Secretario de Estado instigado por autoridades de la RUC (policía irlandesa). Además la Iglesia entregó al mismo Secretario de Estado el resultado de los cuestionamientos al Padre Chesney sobre sus supuestas actividades. Las acciones del Cardenal Conway o de otras autoridades no impidieron un posible arresto o interrogatorio del sacerdote".
Como afirma el mismo informe, "el P. Chesney hasta el año de su muerte 1980 pasaba regularmente por la frontera y nunca fue arrestado, interrogado ni investigado por la RUC en relación al atentado de Claudy o cualquier otra actividad terrorista".
Tras recordar que ahora este sacerdote ya está muerto, los prelados recuerdan que este hecho hace que ahora "él esté más allá de la justicia de las cortes terrena. Claramente un grupo de personas estuvo involucrada en estos atentados y alguno podrían estar todavía vivos. Aquellos que fueron afectados merecen la verdad, y por eso alentamos a quien tenga información sobre este horrendo crimen a proporcionársela a la Policía de Irlanda del Norte".
Sólo con honestidad y valor, concluye la declaración, "podremos, como comunidad, tratar estos dolorosos asuntos y aprender con estas horribles lecciones del pasado y que nunca más se repitan".