Al mediodía de hoy (hora local) y desde el balcón interno del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo en donde se encuentra desde el 7 de julio para unos días de reposo, el Papa Benedicto XVI dirigió la oración mariana del Ángelus y señaló que el programa de todo cristiano está en amar a Dios y servir a los hermanos en el amor y la misericordia, especialmente con los más necesitados, como hizo Jesús.
En su meditación, el Santo Padre se refirió al Evangelio de hoy que narra la historia del Buen Samaritano, aquella parábola que cuenta como sólo un samaritano, que no era bien visto por los judíos, ayuda a un hombre que había sido asaltado y golpeado en el camino y que había sido ignorado por un sacerdote y un levita que pasaron delante de él sin atenderlo, por considerar que el contacto con su sangre podía contaminarlos.
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La parábola, dijo el Santo Padre, "debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor, y darle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso".
"Este relato evangélico ofrecer el ‘criterio de medida’, es decir, ‘la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado ‘en cualquier caso’, quien quiera que sea’. Junto a esta regla universal, aparece una exigencia específicamente eclesial: que ‘en la Iglesia misma, en cuanto familia, ningún miembro sufra por la necesidad’. El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es tener un ‘corazón que ve’ donde hay necesidad de amor, y actuara de manera consecuente".
El Papa recordó luego que "hoy la Iglesia recuerda a San Benito de Nurcia –el gran Patrono de mi pontificado– padre y legislador del monacato occidental. Él, como narra San Gregorio Magno ‘fue un hombre de vida santa… de nombre y por la gracia’. ‘Escribió una Regla para los monjes… espejo de un magisterio encarnado en su persona: de hecho el santo no puede de ningún modo enseñar cosas distintas a las que vive’".
El Papa Pablo VI, continuó, "proclamó a San Benito Patrón de Europa el 24 de octubre de 1964, reconociendo su obra maravillosa desarrollada para la formación de la civilidad europea".
"Confiamos a la Virgen María nuestro camino de fe y, en particular, este tiempo de vacaciones, para que nuestros corazones no pierdan de vista nunca la Palabra de Dios y a los hermanos en dificultad", finalizó.
En su saludo en español luego de haber rezado el Ángelus, el Santo Padre se dirigió de manera particular a "los fieles de la Cofradía de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca. En la parábola del Buen Samaritano, proclamada este domingo, Jesús subraya la importancia primordial del mandamiento del amor y nos invita a practicar la misericordia con nuestro prójimo".
"Por intercesión de la Santísima Virgen María, supliquemos la gracia de tener los mismos sentimientos del corazón de Cristo y de peregrinar por esta vida haciendo el bien. Muchas gracias y feliz domingo", concluyó.