El Comité de Doctrina de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) dio a conocer una declaración en la que explica que ninguna circunstancia, ningún hecho, en última instancia nada ni nadie justifica el aborto, es decir la eliminación directa de un ser humano inocente en el vientre materno.
La nota dada a conocer por los prelados se refiere al aborto practicado por un grupo de médicos en el St. Joseph’s Hospital and Medical Center en Phoenix, tras lo cual el Obispo de esta ciudad, Mons. Thomas Olmsted, juzgó que el procedimiento había sido efectivamente eso, un aborto de una vida humana inocente, lo cual es moralmente inadmisible.
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Tras el aborto, indican los obispos en la nota con fecha 23 de junio de 2010, "algunos han argumento que el procedimiento fue un aborto indirecto y por lo tanto un procedimiento médico legítimo. Otros han dicho que incluso el asesinato directo del niño no nacido es permitido en ocasiones por la enseñanza católica, y que esta posición es defendida por algunas previsiones de las Directivas Éticas y Religiosas para los Servicios de Cuidado de la Salud Católicos, un documento emitido por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos que se refiere a los principios morales aplicados en tales casos".
Ante la confusión generada por estas afirmaciones diseminadas por los medios, los obispos señalan la necesidad de distinguir "entre los procedimientos que causan el aborto directo y aquellos que pueden generar indirectamente la muerte del niño no nacido".
La distinción, explican, "aparece en los números 45 y 47 de las Directivas Éticas y Religiosas para los Servicios de Cuidado de la Salud Católicos. La 45 establece: ‘el aborto (es decir, la terminación directa intencionada del embarazo antes de la viabilidad o la deliberada destrucción de un feto viable) nunca está permitido. Todo procedimiento cuyo único efecto inmediato es acabar el embarazo antes de su viabilidad es un aborto, que, en su contexto moral, incluye el intervalo entre la concepción y la implantación del embrión’".
Seguidamente los obispos precisan que "el aborto directo nunca es permisible moralmente. Uno no puede matar directamente a un ser humano inocente, sin importar la razón. En contraste, en algunas situaciones, podría permitirse realizar algún procedimiento médico en una mujer embarazada que directamente trate un problema serio de salud pero que como efecto secundario podría generar la muerte del niño en desarrollo".
Esto último, indican, está establecido en el numeral 47 de las mencionadas directivas que establece: "las operaciones, tratamientos y medicinas que tienen como propósito directo la cura de una condición patológica proporcionalmente seria de una mujeres embarazada están permitidos cuando no pueden posponerse de manera segura hasta que el niño no nacido sea viable, incluso si eso puede resultar en la muerte del niño no nacido".
Tras reconocer que una madre que se somete a un aborto no necesariamente actúa por egoísmo y que suele estar en medio de una situación complicada, además de una serie de complicaciones más como las dificultades económicas, los obispos señalan que "estas y otras razones similares, sin importar lo serias o trágicas que sean, nunca pueden justificar el asesinato deliberado de un ser humano inocente".
Entonces, concluyen los obispos de Estados Unidos, "nada puede justificar un aborto directo" y concluyen su nota citando una frase de Juan Pablo II en su encíclica Evangelium vitae: "ninguna circunstancia, propósito o ley puede hacer lícito lo que es intrínsicamente ilícito, ya que es contrario a la ley de Dios que está escrita en todo corazón humano, a la que puede llegarse con la razón, y que es proclamada por la Iglesia".