El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, señaló que "la política antinatalista", es decir, la que permite el aborto, "lleva a la destrucción de la sociedad", de tal modo que, "sociedades europeas prósperas, como han sido Alemania, Francia u Holanda, entre otras, ahora son sociedades que se mueren, que se van agotando", e igual ocurre en España.
En una entrevista concedida a Europa Press, Mons. Fernández apuntó que esa es una realidad que puede verla cualquiera, "pues, si no hay hijos, no hay trabajadores suficientes, aunque sólo sea eso, pero esta cuestión no parece preocupar a nadie y sólo lo recuerda y lo dice la Iglesia", cuya posición contraria a la nueva Ley del Aborto es clara: el que se permita "matar a los niños en el seno de sus madres impunemente" es una acción propia de "bárbaros".
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Por eso, "la Iglesia, que está a favor de la vida", saldrá al paso de "las madres que se ven muchas veces obligadas (a abortar), no teniendo otra salida, ya que por parte de las instituciones públicas todo son ayudas para abortar, pero no hay ninguna ayuda para quien quiera llevar adelante su embarazo y dar a luz". Será la Iglesia la que tenga que "suplir" esta falta de apoyos institucionales a las madres en dificultades, de aquellas que "ni siquiera tienen la posibilidad de dar a luz, queriendo hacerlo", pues "todo la empuja a abortar y nadie la ayuda a llevar a feliz término su maternidad".
Además, eso ocurre en una sociedad "que no es capaz de generar la siguiente generación, lo cual es una catástrofe tremenda. Es decir, que una nación no sea capaz de engendrar a la generación siguiente es el mayor fracaso de una sociedad, porque no ha sido capaz de transmitir la vida a la próxima generación, ya que sólo lo ha hecho a medias o a un tercio, de modo que eso tendrá que ser rellenado de otra manera, como se hace ante una catástrofe", en este caso se trata de "la catástrofe natalista que están sufriendo Europa, España y Andalucía, y habrá que arreglarla como se pueda, pero no dejará de ser una catástrofe".
Este argumento es el que llevó al Obispo a la conclusión de que "la política antinatalista destruye a la sociedad". Sin embrago, la Iglesia defiende "el amor y el aprecio a la vida" y confía en que, a pesar de todo, un número suficiente de cristianos transmitan la vida abundantemente, para que continúe la especie y no se extinga".
"No busca la moda"
La Iglesia, según insistió Mons. Fernández, "está a favor de la vida, a favor de las madres que quieren dar a luz, a favor de proteger la vida naciente", resultando que, "cuando la Iglesia pronuncia este discurso, choca contra todos los discursos que están de moda, pero es que la Iglesia no busca la moda, busca el bien del hombre y el primer bien del hombre es el derecho a nacer".
En este contexto, el Obispo dijo que le "parecen bien los recursos de inconstitucionalidad" planteados contra la nueva Ley del Aborto y también las acciones "para impedir que la Ley se aplique, pues todo eso entra dentro del juego democrático", siendo positivo todo aquello "que vaya en la línea de que sean matados los menos niños posibles en el seno de sus madres, que es el lugar más seguro de este mundo".
Lamentablemente, según subrayó el Prelado, el seno materno "se está convirtiendo en el lugar más amenazado de este mundo para el propio hombre, lo cual es tremendo, pero es así, pues se trata de un problema social", ante el cual la solución pasa por "cambiar la mentalidad de la sociedad, recordando los valores fundamentales de la vida".
Educación sexual
Por último, el Obispo de Córdoba destacó que uno de los aspectos más graves "de esta nueva Ley que acaba de aprobarse es la educación que se quiere introducirse por medio de la propia norma, que se llama de Salud Reproductiva. Es decir, la educación de niños y adolescentes en un uso de la sexualidad que será una bomba en sus manos".
A este respecto, aclaró que "la sexualidad bien empleada es preciosa, porque la ha hecho Dios y es el lenguaje positivo del amor, pero la sexualidad mal empleada hace al hombre desgraciado, y ya vemos los estragos que produce eso, a todos los niveles".
En consecuencia, "educar en una sexualidad no bien orientada equivale a poner dinamita en una sociedad y, cuando pongamos la mecha, explotará. Además, eso está ya experimentado en otras sociedades y los desastres son terribles. Hay naciones donde esta política se ha llevado a la práctica hace ya tiempo y la situación es tremenda".
"Esta Ley –concluyó el Prelado– obliga a educar según el espíritu de la propia Ley y, en este caso, hay que preguntar a los padres de familia si van a dejar que mentalicen a sus hijos de esa manera en el colegio, porque los libros correspondientes ya están editados, y los niños tendrán que examinarse de esos libros y tendrán que examinarse de la práctica".