El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Mons. Silvano Tomasi, pidió a los estados combatir la mortalidad materna con políticas que respeten la vida de la madre y del hijo no nacido.
"Las políticas para combatir la mortalidad materna y la mortalidad infantil deben encontrar un delicado equilibrio entre los derechos de la madre y los del niño, en cuanto que ambos son portadores de derechos, el primero de los cuales es el derecho a la vida", indicó el Prelado.
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Durante su intervención del 14 de junio ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Mons. Tomasi aseguró que "las clínicas y los hospitales de maternidad promovidos por la Iglesia Católica hacen justamente esto: salvan la vida tanto de las madres como de los niños, los nacidos y los que deben aún nacer".
Según la agencia Fides, el Arzobispo dijo que la reducción de la mortalidad materna es posible con una renta per cápita más alta, mayor educación de las mujeres y mejorando los sistemas de salud.
"La disponibilidad de asistencia obstétrica de emergencia, incluida la prestación de servicio de asistencia pre y postnatal, y de un transporte adecuado a las estructuras sanitarias, personal obstétrico competente, un aporte de sangre limpia y una provisión de agua potable, los antibióticos necesarios y la introducción de una edad mínima de 18 años para el matrimonio, son todas medidas de las que podrían beneficiarse tanto las madres cuanto sus hijos", afirmó.
Mons. Tomasi indicó que los estados, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil, están llamadas a erradicar la mortalidad materna e infantil en el mundo.