El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, llamó a los sacerdotes a seguir el ejemplo del Santo Cura de Ars, cuya vida inspiró el Año Sacerdotal que acaba de terminar y que fue una apuesta de esperanza ante la incomprensión y la hostilidad del mundo.
"Esta propuesta ha sido una apuesta de esperanza, un gesto confiado de invocación al Espíritu Santo, la fuerza divina capaz de renovar la faz de la tierra (…) que rige la vida de la Iglesia y otorga sentido en ella al ministerio de los sacerdotes y al estado de vida que eligen en el seguimiento de Jesús".
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Durante la Misa de Clausura del Año Sacerdotal, el Prelado dijo que "el mundo –en el sentido evangélico del término– no puede entender estas realidades católicas; no las acepta, más bien las detesta".
Sin embargo, también se refirió a la tragedia que significaría "una posible mundanización del sacerdote para reubicarse en un contexto cultural que no le confiere un lugar espectable si no se amolda a él". Esta tentación, advirtió, "puede insinuarse también bajo la cobertura de propósitos aparentemente razonables, de intentos de renovación teológica y pastoral, de inquietudes misioneras o sociales".
Mons. Aguer recordó a los presbíteros que "la identidad ontológica, teologal, del sacerdote se refleja en un estado de vida en el cual se abrazan aquellas exigencias espirituales propias del seguimiento de Cristo que son las notas características del discipulado: la obediencia, la castidad y la pobreza".
"El Año Sacerdotal que hoy clausuramos ha sido seguramente un tiempo de Dios, de actuación secreta pero intensa de su gracia. Podemos arriesgar esta afirmación ponderando a contraluz cómo han arreciado en ese período los ataques contra el Papa, la Iglesia y el celibato sacerdotal", indicó el Prelado.
Sin embargo, llamó a no olvidar las palabras de Benedicto XVI en Portugal, donde advirtió que "la gran persecución de la Iglesia no viene de sus enemigos de afuera sino que nace del pecado dentro de la Iglesia. Podríamos añadir una precisión: sobre todo del pecado de sus sacerdotes, custodios de la Sangre que brota del Corazón del Señor".