En entrevista concedida al diario La Croix, el P. Luc Crepy, Superior del Seminario de Orléans en Francia, resaltó que la opción por el celibato en los sacerdotes no niega la recta vivencia de su sexualidad, que no se reduce a la genitalidad, y contribuye a vivir intensamente la libertad en el servicio a Dios y a los fieles
En la entrevista dada a conocer por L’Osservatore Romano, el P. Crepy hizo una primera distinción: "primero que nada es necesario precisar que la sexualidad no se limita a su dimensión genital, y así la vida afectiva es bastante más vasta que la vida sexual, si bien además este ámbito es de evidente importancia".
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Además, dijo luego, "en el seminario no nos interesa solo esta dimensión particular del futuro sacerdote, por más importante que sea, sino que se busca promover un desarrollo integral del futuro sacerdote, teniendo en cuenta el conjunto de la formación humana".
Con estas precisiones, el presbítero indicó algunas de las medidas concretas que se ponen en práctica con los sacerdotes, explicitadas por el Papa Juan Pablo II en la carta pastoral Pastor Dabo Bovis: atención a la vida comunitaria, reflexión sobre la sexualidad y desarrollo para la futura vida pastoral. "Se trata de unificar la propia vida, de integrar todas sus dimensiones", explicó.
Tras comentar que el sacerdote renuncia libremente a tener relaciones sexuales íntimas, así como lo hace un esposo al renunciar a otras mujeres y amar sólo a la suya, el P. Crepy resaltó que "para que todo tenga sentido es necesario aprender a renunciar".
Luego de precisar que "¡no se entra en el seminario sólo para permanecer célibes!", el sacerdote señaló que "el celibato tiene sentido en una perspectiva más amplia, el servicio a la Iglesia, el amor por Cristo. ¿Cómo se inscribe este celibato en un proyecto de vida global? Si se considera como un grillete en los pies, entonces no funcionará. La pregunta que es necesario hacerse es ésta: ¿En el deseo de querer ser sacerdote, como se integran y asumen un sentido en el proyecto del sacerdocio el celibato y la renuncia que éste implica?"
Seguidamente reiteró: "¡no porque se es sacerdote no se tiene una sexualidad! Es una opción de vida y un modo para darle sentido a la propia sexualidad en un proyecto que la trasciende sin negarla. En juego está el hecho de vivir la propia sexualidad en modo liberador: en la opción del celibato hay una dimensión de libertad. Pero, cuidado, la sexualidad, ya sea para un célibe o para una pareja, es un equilibrio que siempre debe construirse, en el curso de toda la vida".
Entre los retos para vivir una adecuada sexualidad en los sacerdotes, el Superior del Seminario de Orléans señaló que "cada época reelabora el asunto de la sexualidad. No es una cuestión puramente íntima y personal, como con frecuencia se cree. Es inducida por la cultura. Es cierto que en una sociedad muy erotizada, que valoriza la genitalidad en detrimento de una sexualidad más amplia, esto no es evidente. Se busca sobre todo una inmediatez que va contra la armonía sexual a largo plazo. Creo que la sexualidad es uno de los ambientes más interesantes pero más difíciles en los que se debe ejercitar la propia libertad".
El P. Crepy explicó luego diversos modos en los que se acompaña a los sacerdotes como los grupos de presbíteros que se reúnen regularmente, la guía espiritual de otro padre más experimentado, así como los encuentros con los obispos, para evitar la soledad de algunos que puede ser una experiencia difícil.
"Un encuentro entre el obispo y todo joven sacerdote al término del primer año de ordenación puede ser oportuno, como también la atención constante de parte del vicario episcopal. Todo esto es indudablemente necesario para que los jóvenes sacerdotes, ante las dificultades inherentes a los primeros años del sacerdocio, no se queden solos", concluyó.