En su nota editorial Octava dies, el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, responde a la interrogante de muchos sobre las razones del viaje del Papa Benedicto XVI a Chipre el próximo fin de semana, del 4 al 6 de junio: su importancia para las primeras comunidades cristianas y por tanto para toda la Iglesia así como por su estratégica ubicación geográfica "así como espiritual y cultural en la religión, con una historia para nosotros compartida estrechamente con la de Tierra Santa".
Al iniciar su editorial el sacerdote jesuita recuerda que el Santo Padre va a Chipre para encontrarse con los obispos de Medio Oriente a "entregarles el documento de trabajo del próximo Sínodo, el gran encuentro eclesial del mes de octubre".
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Para responder a la pregunta, el P. Lombardi señala que "basta leer los Hechos de los Apóstoles, el relato de los primeros pasos del anuncio del Evangelio en el mundo luego de la Resurrección de Jesús. Chipre aparece al menos seis veces. De Chipre proviene Bernabé., uno de los primeros en unirse a la comunidad de apóstoles en Jerusalén".
"Chipre –prosigue– es la primera etapa, trabajada y fecunda, del primer viaje misionero de Pablo, Bernabé y del futuro evangelista Marcos. A evangelizar Chipre regresa Bernabé luego de haberse separado de Pablo. A lo largo de las costas de Chipre pasa y vuelve a pasar Pablo en sus viajes siguientes, incluido el que finalmente lo lleva a Malta y a Roma".
Para las demás razones, escribe luego el vocero vaticano, "basta mirar un mapa para entender que Chipre es un punto estratégico, además de cultural y espiritual en la región, con una historia para nosotros compartida estrechamente con la de Tierra Santa. De aquí pasaban las rutas de los peregrinos judíos y cristianos hacia Jerusalén, las rutas de los navegantes entre Oriente y Occidente, entre Asia y Europa".
"Si de una parte sorprende que Juan Pablo II nunca llegara a aquí, tampoco puede sorprender que Benedicto XVI haya acogido con agrado la invitación para dirigirse como visitante y peregrino, con un viaje que idealmente continua el de Malta, saliendo del Mediterráneo hacia Oriente, y remonta incluso al del año pasado hacia la misma Tierra Santa".
"De Chipre entonces –concluye el P. Lombardi– no se puede no mirar alrededor, no se puede no rezar y esperar por un anuncio y servicio del Evangelio que es fuente de diálogo, de comunión eclesial, de crecimiento humano y de paz para todos, en una región inmensamente apreciada para todos los creyentes, pero afectada todavía por muchos sufrimientos y divisiones".