El Arzobispo Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo por la Pastoral de la Salud, señaló que la enfermedad y el sufrimiento que ésta genera, pueden convertirse para las personas en verdadero camino de santificación, cuando se vive a la luz de la fe en íntima comunión con Cristo, quien ha padecido hasta el extremo.
En su discurso en las Jornadas Genovesas de Cultura Cristiana, el Prelado señaló que "la enfermedad y el sufrimiento son fenómenos que, escrutados a fondo, generan siempre interrogantes que van más allá de la misma medicina para tocar la esencia de la condición humana".
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La enfermedad, prosiguió, "es más que algo clínico. Es siempre la condición de un hombre, la experiencia traumática que atenta contra la integridad física y psíquica del hombre y la mujer, comporta un choque de intereses, hace percibir existencialmente la fragilidad de la naturaleza humana, determina una imagen diversa de sí mismo y del mundo circundante. Quien sufre es fácilmente sujeto de sentimientos de temor, dependencia y desaliento. A causa de la enfermedad y del sufrimiento se pone a prueba no solo la confianza en la vida, sino la misma fe en Dios y en su amor de Padre".
Ante la enfermedad, dijo el Arzobispo, es necesario considerar siempre "la actividad terapéutica de Jesús" identificado su obra con la del médico caritativo que asiste, cura y busca sanar al enfermo. "La curación de los enfermos constituye un elemento del mandato con el que, luego de la resurrección, Cristo ordena a sus apóstoles ir por el mundo a predicar el Evangelio. La curación es entonces el mandato de Jesús a su Iglesia".
Desde el punto de vista del enfermo el camino espiritual tiene una óptica diversa, dijo luego: "la enfermedad no es objeto de libre elección sino que debe estar caracterizado por dos momentos: la lucha contra sus causas y consecuencias, y la adecuación de la vida espiritual a cuanto aparece como ineludible. El primer deber del enfermo entonces es la búsqueda de la curación, con la aceptación de la situación de vida. Así se santifica, cumpliendo la voluntad de Dios".
En definitiva, dijo luego, "el sufrimiento no desmiente el amor de Dios sino que revela su misteriosa profundidad". Con visión cristiana, la enfermedad se convierte en un camino "que permite reencontrarse a sí mismo y presentarse ante Dios en una relación de verdad y autenticidad, origina por la experiencia de la enfermedad. La fe no sustituye a la medicina, no rechaza el progreso científico, pero ayuda a asumir una actitud que trasciende la enfermedad y la salud".
¿Y qué pasa si no es posible una curación?, cuestiona el Arzobispo: "se puede siempre esperar una curación. Por curación se debe entender no sólo la recuperación física sino la paz psicológica, la fuerza interior, la fe y la capacidad de no ir a la deriva incluso si el cuerpo se desmorona".