El Arzobispo Mauro Piacenza, Secretario de la Congregación para el Clero, explicó que el celibato, vivido durante toda su vida por Cristo y al que están llamados los que consagran su vida en la Iglesia, sirve "para significar la total dedicación al servicio de Dios y los hombres".

En entrevista concedida a L’Osservatore Romano en la que también dio a conocer algunos de los eventos para la clausura del Año Sacerdotal en junio, el Prelado vaticano recordó que el estado de virginidad de Cristo "se une en plena armonía en su misión de mediador entre el Cielo y la tierra, y la de eterno sacerdote. El hijo de Dios ha asumido el cuerpo humano y se ha confiado totalmente al Padre, dándole el amor total y exclusivo del propio corazón. (…) La virginidad es parte de su propia esencia".

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"Cristo es la virginidad misma y por lo tanto es modelo de ella. El Salvador predijo que en la tierra no faltarían los testimonios de su virginidad. Ciertamente existen múltiples razones de conveniencia del celibato, ya sea con el perfil histórico o bíblico, o ya sea en el espiritual o pastoral, sin embargo es fundamental adherirse a la fuente de todo. Cristo mismo".

Clausura Año Sacerdotal

Al explicar los eventos de la clausura del Año Sacerdotal programados del 9 al 11 de junio, Mons. Piacenza indicó que el primer día estará dedicado a la conversión y misión de los sacerdotes. "Nos encontraremos en la Basílica de San Pablo de Extramuros, en donde con el ejemplo del Apóstol de gentes, meditaremos en la dimensión de conversión permanente de la vida sacerdotal y en la santidad y eficacia de la misión".

El segundo día, prosigue el Arzobispo, "estaba inicialmente previsto en la Basílica de Santa María la Mayor, pero el gran número de sacerdotes ya inscritos, hasta ahora cerca de siete mil, no cabe en la primera basílica mariana de la cristiandad, por lo que estaremos nuevamente en la de San Pablo. La idea es la de encontrarnos en un renovado cenáculo, como los apóstoles en torno a la Bienaventurada Virgen María, en espera del Espíritu".

Finalmente "en la gran vigilia de la noche y en la Misa conclusiva del viernes 11, nos reuniremos afectuosamente en torno a Pedro (el Papa Benedicto XVI) y escucharemos su palabra autorizada que, ciertamente, sabrá dilatar los horizontes y mostrar cuán amplio y grande es y debe ser vivir y obrar de la Iglesia y los sacerdotes, en toda circunstancia, para el verdadero bien de las almas y para la salvación del mundo.