Durante la Eucaristía de posesión canónica como Arzobispo de Medellín (Colombia) en la Catedral Metropolitana, Mons. Ricardo Antonio Tobón Restrepo, renovó su "sí al ministerio de la salvación" y señaló que el proyecto de Dios es "el gran proyecto de la historia, la única realidad por la que vale la pena vivir y morir".

Así lo señaló el Prelado en la Misa que contó con la presencia del Nuncio Apostólico en el país, Mons. Aldo Cavalli; y el Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Mons. Jesús Rubén Salazar Gómez; entre otros.

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Tras renovar su "sí al misterio divino de salvación" que se concreta en "mi sí a esta Iglesia de Medellín", el Prelado señaló que desea "servir a la Iglesia a la que Dios mismo ama a pesar de sus pecados".

"Quiero evangelizar este mundo dramático y apasionante en el que debemos realizar la aventura indispensable del bien, de la verdad, de la libertad y del amor. Quiero buscar y anunciar con pasión el Reino de Dios como el gran proyecto de la historia, como la única realidad por la que vale la pena vivir y morir", afirmó.

Asimismo, el Prelado reconoció que su nueva arquidiócesis pasa por "un momento en que todos venimos sufriendo los zarpazos del secularismo y la presión de una cultura de corte laicista" donde "no pocos luchan por expulsar valores fundamentales de la vida pública, por entronizar la dictadura del relativismo y por vivir como si Dios no existiera. Por eso, lo primero que necesitamos con urgencia es volver a Dios".

"Desde este primer día de mi ministerio en Medellín, les pido: abrámonos a Dios, dejémonos amar por Él, que su amor sea más fuerte que todas nuestras debilidades, que con su amor desaparezcan los odios y las perversidades, que su amor modele el rostro espiritual de nuestra comunidad diocesana, que venga su Reino y que su amor no pase jamás", añadió.

Finalmente, Mons. encomendó su ministerio al "regazo de Nuestra Señora de la Candelaria, nuestra madre y patrona. Ella, que engendró a Cristo y lo cuidó con inefable amor nos sostenga en la fe y acompañe la fatiga y la esperanza de nuestros trabajos apostólicos, para que logremos engendrar en el mundo la vida nueva del Evangelio".