Cientos de miles de personas protestaron el pasado sábado 2 de mayo en unas 90 ciudades de Estados Unidos por la reciente ley sobre inmigración adoptada en el estado de Arizona, en donde existen unos 450 mil inmigrantes irregulares. Días atrás los Obispos de Estados Unidos rechazaron esta medida y en una subsiguiente declaración solicitaron al Senado una reforma federal consistente que respete la dignidad de todos.
Los miles de manifestantes, desde Nueva York esta Phoenix en Arizona, pasando por Chicago y Miami, exigieron a la administración Obama y a la mayoría demócrata expresar su oposición a esta medida.
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Declaración de los obispos
En la declaración del 29 de abril, firmada por el Presidente del Comité sobre Inmigración del Episcopado de EEUU, Mons. John C. Wester, se señala que la reforma de inmigración federal (en todo el país) cuyo debate se ha iniciado en el Senado, debe respetar el "imperio de la ley y los derechos humanos fundamentales".
"Aunque respaldamos las líneas generales del marco propuesto, incluyendo la legalización de los indocumentados y las mejoras a nuestros sistemas inmigratorios basados en el empleo o la familia, nos oponemos firmemente a que se extiendan beneficios matrimoniales a las relaciones del mismo sexo. Esta propuesta amenaza la oportunidad de unir al Congreso y al pueblo americano entorno a una solución común al importante reto de la reforma de inmigración", prosigue el texto.
Seguidamente la declaración afirma que "también nos preocupa el incremento de recursos destinados a reforzar el cumplimiento de la ley contenidos en este marco. En años pasados, los Estados Unidos han invertido billones de dólares en hacer cumplir las leyes inmigratorias, lo cual no sólo no ha solucionado el problema sino que en algunos casos ha llevado al abuso de los inmigrantes".
"Nosotros apoyaríamos la inclusión de disposiciones que traten de minimizar los factores que ‘empujan’ a los inmigrantes a venir a los Estados Unidos, tales como la falta de desarrollo económico en los países de origen, para que así los emigrantes puedan permanecer en sus países y sustentar a sus familias con dignidad".
Finalmente los obispos expresan su disposición a "trabajar con la Administración y con nuestros oficiales federales electos de ambos partidos para resolver estas preocupaciones y mejorar la legislación en todas las áreas. Hacemos un llamado a un debate robusto pero civil. Este asunto no puede esperar más y no debería ser politizado ni secuestrado por ideologías. Nuestro sistema de inmigración no está funcionando y necesita ser reparado de inmediato".