Tras la veneración de la Sábana Santa, el Papa Benedicto XVI se encontró con los enfermos en la Iglesia de la Pequeña Casa de la Divina Providencia, fundada por San Giuseppe Benedetto Cottolengo. A ellos el Santo Padre les dijo que "ofreciendo nuestro dolor a Dios por medio de Cristo, podemos colaborar en la victoria del bien sobre el mal, porque Dios hace fecunda nuestra oferta, nuestro acto de amor".
Al iniciar su discurso, el Papa señaló que "este encuentro, se enmarca muy bien en mi peregrinación a la Sábana Santa, en la que podemos leer todo el drama del sufrimiento, pero también, a la luz de la Resurrección de Cristo, el pleno significado que asume para la redención del mundo".
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Hablando de San Giuseppe Cottolengo, Benedicto XVI afirmó que "aun experimentando en su vida momentos dramáticos, mantuvo siempre una confianza serena ante los acontecimientos; atento a percibir los signos de la paternidad de Dios, reconoció en todas las situaciones su presencia y su misericordia y en los pobres, la imagen más amable de su grandeza".
"La base fundamental de su trabajo –prosiguió– fue desde el inicio el ejercicio de la caridad cristiana con todos, que le permitía reconocer en cada ser humano, aunque estuviera marginado por la sociedad, una gran dignidad. Por tanto, el hacerse cargo de tantos sufrimientos humanos, significaba, para nuestro santo, crear relaciones de cercanía afectuosa, familiar y espontánea, creando estructuras que favoreciesen esta cercanía con el estilo de familia que sigue viviéndose hoy".
El Papa aseguró a los enfermos que tienen una misión importante: "viviendo vuestros sufrimientos en unión con Cristo crucificado y resucitado, participáis en el misterio de su sufrimiento para la salvación del mundo. Ofreciendo nuestro dolor a Dios por medio de Cristo, podemos colaborar en la victoria del bien sobre el mal, porque Dios hace fecunda nuestra oferta, nuestro acto de amor".
"Esta Casa es uno de los frutos maduros nacidos de la Cruz y de la Resurrección de Cristo y manifiesta que el sufrimiento, el mal, la muerte no tienen la última palabra, porque de la muerte y del sufrimiento puede resurgir la vida".
El Santo Padre concluyó resaltando que "en este lugar podemos entender mejor que si la pasión del hombre fue asumida por Cristo en su Pasión, nada se perderá. El mensaje de esta solemne ostensión de la Sábana Santa: ‘Passio Christi - Passio hominis’, aquí se entiende en modo particular".