El Cardenal Francis George, Arzobispo de Chicago y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, escribe un artículo en L’Osservatore Romano al celebrarse el quinto aniversario del comienzo del pontificado del Papa Benedicto XVI en el que sintetiza, brevemente, que "las alegrías y exigencias del amor divino" son el corazón de su pontificado.
En estos cinco años, desde que se iniciara el pontificado aquel 24 de abril de 2005, "el Papa Benedicto XVI ha demostrado al mundo que tiene un corazón pastoral sensible, que lo ha conducidos fuera de sí mismo en el dolor del mundo. Si bien los viajes son fatigosos, ya ha realizado 14 internacionales y 17 en Italia", escribe el Cardenal George.
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Tras comentar que ha hablado con todos y de todo, como con los musulmanes en Turquía, Jordania y Palestina, con los judíos en Israel, Roma y Nueva York, con dos presidentes de Estados Unidos, entre muchos otros, el Purpurado resalta que el Santo Padre "no le habla a los jóvenes desde lo alto: les dice la verdad y ellos lo escuchan".
Seguidamente el Arzobispo se refiere a los encuentros del Papa con las víctimas de abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes en Estados Unidos, Australia y Malta: "quien ha participado en estos encuentros ha visto que las víctimas han podido encontrar en él a una persona con la cual llorar, según el modelo de la compasión de Cristo. Han percibido su dolor por su sufrimiento".
"Mucho antes de estos encuentros, el Papa ha estudiado los casos y ha tomado acciones decisivas para afrontar la lentitud burocrática que agrava las heridas o bien la cultura del permisivismo que permite la realización de estos crímenes. Y afronta el desafío de alentar a los muchos miles de sacerdotes que se sienten traicionados por los pecados de sus hermanos y de hablar a millones de católicos disgustados por el hecho de que tales crímenes sucedan en la Iglesia que aman".
El Papa Benedicto XVI, prosigue el Cardenal George, "sabe que las fuerzas del secularismo seguirán contrastando sus iniciativas para predicar el Evangelio en toda su belleza y en toda su verdad. Sin embargo, él también sabe, y lo dice siempre, que el amor es más fuerte que la muerte y la desesperación".
"Los cardenales que lo han elegido a la Sede de San Pedro para gobernar la Iglesia universal cuentan con su fuerza, dan gracias a Dios por su enseñanza y se alegran porque el Espíritu Santo, el Espíritu de amor, corrige nuestras debilidades, cura a la Iglesia y la une a su Señor siempre compasivo", concluye.