El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, llamó a los padres y a todos los involucrados en la formación de las futuras generaciones, a reflexionar sobre la influencia que el entorno cultural tiene en la educación de los niños y jóvenes, porque esta no se limita solo a la instrucción que se puede recibir en las escuelas.
"La educación no se reduce a la instrucción, a la transmisión de los saberes básicos, como se decía antes enseñar a leer, escribir y calcular. Hay muchas deficiencias en este ámbito", indicó el Prelado durante el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor.
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El Arzobispo recordó que la educación es fuente y creadora de cultura, "pero al mismo tiempo depende de la cultura vigente en el lugar y en el tiempo en que se desarrollan esos procesos".
"Los que nos ocupamos de la educación no solamente tenemos que poner nuestra atención en las teorías que reinan en la escuela sino en estos factores que mencionaba ¿Son factores de educación o de des-educación?", explicó.
En ese sentido, señaló que la formación integral de los menores es también influenciada por el entorno familiar y social; por ello llamó a los padres a reflexionar ante la crisis por la que pasa la familia actualmente.
"En la familia muchas veces se ha perdido la transmisión de aquellos valores humanos fundamentales que son previos a la inserción escolar", indicó, y recordó la necesidad de seguir "lo que hace el chico en la escuela y sus deberes", porque todo ello "afecta enormemente las posibilidades de que al cabo de todo el tiempo curricular ese chico salga sabiendo algo".
Luego se refirió a la "cultura joven" que invade "la estructura escolar, la institución, la autoridad de los docentes y demás", como son las fiestas a las que asisten los estudiantes y la tecnología.
"Otro factor es que ya se teoriza sosteniendo que el chico es libre y no hay que ponerle límites, pero no hay cauces que orienten la personalidad; el chico absorbe cualquier cosa", indicó.
Finalmente, llamó a la reflexión porque "mientras pasa el tiempo, y estas situaciones cristalizan y permanecen inalterables, son generaciones enteras que ven hipotecada su auténtica formación, porque lo que procuramos es formar auténticas personas humanas, hombres y mujeres de bien, y, en el caso de la escuela católica, buenos cristianos".