El Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, señaló por Pascua que "si hacemos vida este misterio de la Resurrección encontraremos una respuesta a la pobreza y a las políticas perversas" en el país, e invitó a los fieles a "no seguir en el sepulcro de la apatía y la indiferencia" ya que México "sólo saldrá adelante cuando cada creyente asuma con plena conciencia su responsabilidad, personal, familiar, social y política".
El Purpurado recordó que "el triunfo del Señor es un acontecimiento que nos da la certeza de que el mal no tendrá la última palabra en la destrucción que deja a su paso el crimen organizado, en la violación de los derechos humanos, en el sufrimiento de miles de familias inocentes que padecen los estragos de una guerra".
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"Si hacemos vida este misterio de la Resurrección del Señor que estamos celebrando encontraremos una respuesta a la pobreza que sufren miles de familias que no tienen oportunidades para vivir dignamente, a los millones de jóvenes que no vislumbran un futuro alentador, a la niñez que sufre la ausencia de sus padres y una educación deficiente en auténticos valores, a las políticas perversas que aprueban leyes asesinas como la del aborto o inmorales como las que atacan la naturaleza y santidad del matrimonio y sacrifican los derechos superiores de los niños", agregó.
Asimismo, el Arzobispo de México, afirmó que "a la luz de este acontecimiento de la Resurrección debemos ver también la crisis que estamos padeciendo al interior de nuestra Iglesia" por los casos de abusos de clérigos a menores, y señaló que "desde el triunfo del Señor sobre el pecado y la muerte, la fe nos invita a ver más allá de la Cruz y la tumba, pues el sepulcro está vacío".
"El Señor ha resucitado, está entre nosotros y pide transformar nuestra vida, desatarla de la vendas de codicia, del poder, de la corrupción, de la violencia embrutecida, de la indiferencia, de la indolencia y de la inmoralidad", agregó.
"No podemos seguir en el sepulcro de la apatía y la indiferencia, no podemos seguir justificando cómodamente nuestro pecado de omisión. México, nuestra sociedad, no será transformada solo por un político prodigioso o por un estadista grandioso. Nuestro país sólo saldrá adelante cuando cada creyente asuma con plena conciencia su responsabilidad, personal, familiar, social y política", añadió.
"Queridos hermanos, –concluyó– la Resurrección del Señor nos hace levantar la mirada de nuestra muerte, miseria y postración, y al contemplarlo, nos llenamos de esperanza y alegría: no estamos derrotados. Sostenidos por su gracia, venceremos el pecado, unidos a Él también venceremos la muerte".