El P. Piergiordano Cabra, de la congregación de la Sagrada Familia de Nazaret y autor de diversos libros como "Tú, ¡sígueme!: curso breve de vida consagrada", "Para una vida fraterna: breve guía práctica", "Iconos de la vida consagrada", entre otros, ha escrito un breve artículo en L’Osservatore Romano en el que responde a la "burla mediática" de estos días en el que señala con firmeza y serenidad que "no me avergüenzo de ser sacerdote".
En el artículo, el P. Cabra comenta que los casos de algunos sacerdotes acusados de pedofilia son efectivamente una vergüenza y que "es justo hacer una limpieza donde hay suciedad".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La expresión, explica, "presenta ya en la ‘Introducción al cristianismo’ de Joseph Ratzinger de 1968, ha sido usado por primera vez en referencia a la Iglesia, por el Cardenal Ratzinger durante el Via Crucis en el Coliseo, suscitando sorpresa. Y ahora algunos quisieran implicarlo a él ¿Pero acaso no lo habían ellos mismos llamado ‘pastor alemán’ por su disciplina inflexible?"
Dicho esto, prosigue el sacerdote, "no me avergüenzo de pertenecer a una ‘categoría’ de personas que ha dedicado toda la vida a preparar a muchachos y a jóvenes para la vida, que ha tenido el coraje de promover con la palabra y con el ejemplo –sí, con el buen ejemplo– el idea de una vida limpia, seria con uno mismo y con los otros, respetuosa, generosa".
"Pienso en este momento en los excelentes sacerdotes que me han educado, en aquellos que he conocido en mi largo ministerio, que han vivido por los otros, poniendo la dignidad de las personas –especialmente de niños y jóvenes– en la base de su servicio pastoral", refiere el P. Cabra.
Seguidamente el sacerdote advierte que existen también "casos de verdaderas calumnias que han destruido vidas inocentes. Y frente a esta furia mediática no puedo dejar de ver la avidez de quienes –que no son las víctimas– explotan el caso para su ventaja, pienso en los conductores de programas televisivos venenosos que se burlan de todo ideal y que hoy se hacen los escandalizados".
"Pienso –continúa– en la buena ocasión para enlodar a la Iglesia y devaluar su doctrina que resiste a la mala costumbre general, que se inclina a confundir el mal con el bien, lo limpio con lo sucio".
"Pienso en los santos sacerdotes, que no son pocos, y en los honestos, que son muchos, recordando a los que me siento a ver por adelantado con confianza", añade.
El P. Cabra comenta luego que "no soy ciego para no ver las cosas que no funcionan, primero en mí y luego en los otros. Pero el bien mayor no está en menospreciar el ideal, sino analizar el nivel de mi vida, sentirse siempre más humildes, más unidos en la Iglesia, no dejar demasiado solos a nuestros sacerdotes, rezar por ellos, de sostenerlos con nuestro calor humano. Sobre todo no lanzar tan fácilmente la primera piedra".
"No. No me avergüenzo de ser sacerdote. Me avergüenzo de no ser un santo sacerdote", concluye.